jueves, 20 de junio de 2002

Democracia Sindical

Esta mañana, cuando me dirigía al trabajo, vi que algunos establecimientos, principalmente de hostelería y prensa, abrían sus puertas ejerciendo su derecho de no ir a la huelga general. Como es lógico ese atrevimiento y su actitud poco solidaria con los trabajadores fue corregido por los piquetes informativos que los sindicatos han puesto al servicio público de todos los ciudadanos. Espero que se haga notar el tono irónico de esta última observación. ¿Quién se cree esta gente que es para obligar a los demás a secundar una huelga con la que no están de acuerdo?.

Durante estos últimos días la discusión se ha centrado en si la huelga es o no oportuna y proporcional a las medidas que el Gobierno ha dictaminado. En este momento ese tema me preocupa bastante menos que el pasotismo general ante las medidas fascistas que los sindicatos están tomando para garantizar que se secunde la huelga. Que quede bien claro que esto no es un alegato contra la huelga, sino contra la coacción para ir a la huelga.

Les voy a poner un ejemplo muy claro. Durante toda la historia de la humanidad ha habido miles, e incluso millones de personas, que han dado sus vidas por el derecho al voto. Lo que hoy día se hace con la huelga es como si esas personas, una vez conseguido el derecho al voto, obligaran a sus conciudadanos a votar. Pues no señor, vota el que quiere, y ya que estamos, lo que quiere.

Estimados señores dirigentes de los sindicatos: el sagrado derecho a huelga es eso, un derecho, no una obligación, y ustedes han sido elegidos para defender los intereses de los trabajadores, no para ser unos camorristas de pueblo que te zurran si no haces lo que te dicen. Por cierto, que el nombre de los piquetes informativos tiene su lógica, ya que te informan de lo que te puede pasar si no vas a la huelga. Y lo más gracioso es que se ve normal. A nadie le extrañaría que mañana aparecieran destrozados los escaparates de los comercios que hoy abran.

Entiendo que el meollo del asunto es que si no hubiera piquetes informativos la incidencia de la huelga sería mucho menor y los señores dirigentes sindicales perderían gran parte de su poder y probablemente sus muy cómodos puestos de trabajo.

Pues queridos amigos, la misma gravedad que tiene que un empresario coaccione a sus trabajadores directa o indirectamente para que vayan a trabajar, que es gravísimo, la tiene que los sindicatos coaccionen a esos mismos trabajadores para que no lo hagan. Y no me vengan con que se coacciona a la malvada empresa porque no deja ir a los trabajadores a la huelga. Exijan votaciones en las empresas si quieren, pero no me vengan con procedimientos nazis; lean lo que éstos hacían con los comercios judíos y se sorprenderán de la similitud.

Y si quieren ser fascistas, al menos den la cara y no se corten, pero encima no vengan de demócratas de toda la vida... cuando les interesa.


Artículo del 20 de junio de 2002 publicado en la sección de Cartas al Director de El Progreso