domingo, 15 de febrero de 2004

Tráfico en Lugo

Una de las primeras cosas en que nos fijamos, cuando llegamos a una ciudad, es en el tráfico. Es una primera impresión totalmente natural, ya que lo habitual es llegar en coche, acceder a la zona a la que vamos (el centro normalmente si es que vamos de visita) y aparcar. Hay ciudades que nos lo ponen muy fácil: Coruña, Ponferrada... incluso Madrid salvo las horas punta que atascan hasta la M-30, y otras que lo que nos ponen es a prueba los nervios, como es el caso de Lugo.

La nuestra es una ciudad de 90.000 habitantes aproximadamente, con una población flotante de, pongamos, 10.000 personas entre estudiantes, gente de los alrededores que viene a hacer sus recados y algún turista suelto. Tenemos una estupenda ronda que es un cauce “natural” para mejorar la fluidez del tráfico, y una línea de grandes avenidas (avenida de Madrid, Ramón Ferreiro, Avenida de La Coruña) que cruza Lugo facilitando la organización del tráfico. Otras (Ronda das Fontiñas, Duquesa de Lugo) no tienen las características necesarias, en cuanto a sus accesos, para ser auténticas vías que descongestionen el tráfico, pero se podría solucionar con relativa facilidad... entonces ¿me podría decir alguien por qué el tráfico de Lugo es tan sumamente caótico?. ¿Cómo puede ser que se tarde más en ir de la Biblioteca Provincial a la Milagrosa que en ir del Ceao a La Coruña?

Gran parte de la culpa me temo que la tenemos los propios lucenses. La frasecita de “es sólo un momento” sirve tanto para justificar el dejar el coche en doble fila en plena Ronda de la Muralla a las 12 de la mañana, como para aparcar encima de una acera o en plena curva mientras bajamos a por el pan o a recoger a los niños en el cole. Por otro lado, el lucense medio no ha sido iniciado en el misterioso secreto del uso de las intermitentes, y mucho menos en el de la correcta utilización de los carriles de las calles. ¿Por qué utilizar el carril izquierdo para ir a la izquierda o el derecho para ir a la derecha si podemos cruzarnos por delante de los otros vehículos haciendo una peligrosa maniobra puntuable para el Rallye de San Froilán?

Por su parte, los responsables de la organización del tráfico urbano, léase el Ayuntamiento, tampoco es que colaboren excesivamente en la solución del problema, ya que otro de los grandes misterios de la ciudad es el de ¿qué fue primero, el guardia o el atasco?. De diseñar un plan de tráfico barrio por barrio que, por ejemplo, tenga en cuenta las obras para desviar por zonas alternativas a los despistados conductores, o de señalizar los accesos de forma que se puedan identificar en menos de veinte minutos, ya ni hablamos.

El tráfico en Lugo es un auténtico caos, totalmente desproporcionado al tamaño de la ciudad y su configuración. La gravedad de este tema se hace patente si tenemos en cuenta que, por desgracia, el ser humano se convierte en la mayoría de los casos en una mala bestia en cuanto se sienta ante un volante, y sólo una planificación seria y rigurosa puede solucionar esto.

No es lógica, por ejemplo, la pelotera circulatoria que se arma en la Ronda das Fontiñas día sí y día también, cuando es una avenida amplia, con posibilidades reales y relativamente sencillas de enlazar con otras vías de alta capacidad de la ciudad (Duquesa de Lugo, por ejemplo). ¿En qué cabeza cabe que se permita aparcar de cualquier forma en esta avenida, y en todo Lugo, pero que en cuanto te acercas a menos de un kilómetro de la Muralla te cobren por estacionar en la calle?.

Son muchas las preguntas, pero pocas las soluciones que nos dan los, así llamados, responsables municipales de tráfico. Calles de una sola dirección coordinadas entre sí, racionalización de los aparcamientos de superficie (sin ticket, a poder ser), sanciones a quienes entorpecen el tráfico alegremente, previsión y planificación para evitar puntos, días y horarios conflictivos... ¿son cosas tan complicadas?, ¿o es que nadie se ha preocupado realmente por solucionar todo este desbarajuste?. Y por favor, no me vengan con el argumento de las herencias, que en cinco años se pueden hacer muchas cosas si uno está a lo que está.

Artículo del 15 de febrero de 2004 publicado en la sección de Cartas al Director de El Progreso

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