jueves, 16 de diciembre de 2004

La madre de Daniel

Personalmente, nunca me había sentido tan cerca de una persona que salía en televisión como con Doña Pilar Manjón, en su comparecencia ante la Comisión de Investigación de los atentados del 11 de marzo. Fue un discurso directo al corazón, pero también fue la defensa del sentido común. Un razonamiento realizado desde el más profundo sentimiento, que no sentimentalismo, en que se pusieron los puntos sobre las íes, y se sacaron los colores a los políticos de todos los grupos, a la justicia y los medios de comunicación.

Curioso es ver la reacción de los aludidos. Algunos de los portavoces de los grupos que allí estaban reaccionaron pidiendo de forma inmediata mil disculpas, y por su tono y su contenido sonaron sinceros. No intentaron repetir el “los hay peores”, sino que asumieron directamente lo que les estaban diciendo. Particularmente cabe destacar la alocución, quién lo iba a decir, del representante del PNV, que pidió permiso a la señora Manjón para hacer suyo, de su grupo y, hasta donde le fuera posible, de todo el Congreso el discurso de la representante de las víctimas de los atentados del 11 de marzo. También muchos medios de comunicación han pedido hoy, en sus editoriales, disculpas claras y directas al sentirse aludidos por las acusaciones de la señora Manjón, que asumen como ciertas y palpables. No pareció que esos grupos y medios diesen imagen de asumir lo que se decía, sino que parecieron asumirlo realmente, que no es lo mismo.

Sorprendente fue ver la reacción de otros grupos y otros medios. Siguiendo al pie de la letra las indicaciones de la madre de Daniel Paz Manjón, asesinado en los atentados de Madrid, me niego a hacer un alegato político sobre las reacciones, pero sí que me gustaría intentar, desde la tribuna que este periódico ofrece a sus lectores, hacer reflexionar a algunas personas sobre sus frías reacciones o su falta de interiorización de lo que les estaban diciendo. Hubo portavoces y medios que intentaron convertir el discurso en un ataque frontal contra un partido concreto u otro, y estas personas fueron en contra de lo que esta mujer pidió en nombre de quienes más directamente fueron afectados por los atentados: sus víctimas.

La señora Manjón, que es precisamente eso, toda una señora, ha dado una lección de política a los políticos: ella fue a votar el día 14, cuando aún no le habían entregado el cadáver de su hijo. Eso le da todos los derechos a estar allí y reclamar a sus representantes que ejerzan su función y, aunque sea por una vez, se dejen de jugar al ajedrez partidista y se dediquen a trabajar en lo que es el objeto de la comisión: buscar qué falló y solucionarlo.

Éste es el momento del sentido común, el momento de la unión y de percatarse de que las estrategias políticas están de más aquí. Por favor, no politicen el discurso de la señora Manjón, porque precisamente eso es lo que les estaba pidiendo que no hicieran. Únanse, como les llevan reclamando desde todos los foros, y aclaren lo que haya que aclarar, pero no utilicen los atentados como argumento sensacionalista para destrozarse unos a otros y dejen a los muertos descansar en paz. No creo que sea mucho pedir.

Artículo del 16 de diciembre de 2004 publicado en la sección de Cartas al Director de El Progreso