miércoles, 13 de julio de 2016

Los vergonzosos insultos a la memoria de Víctor Barrio

Como ya les he dicho alguna vez no me gustan los toros. No siento la más mínima simpatía por la llamada fiesta nacional ni un atisbo de interés por ir a ver una corrida a una plaza, ni siquiera por la curiosidad de saber qué es lo que le gusta tanto a sus aficionados.

El firmante de esta bestialidad es, por lo visto, maestro...
Hacer de la tortura y muerte de un animal un espectáculo me recuerda bastante a los sanguinarios placeres que obtenían los romanos en sus circos y coliseos observando cómo bestias de diferentes tipos se despedazaban entre sí, o directamente disfrutando de personas matándose para mayor gloria del Imperio. Repugnante en mi opinión.

Sin embargo hay cosas que me dan todavía más asco. Los comentarios que he tenido la desgracia de leer en las publicaciones de la prensa sobre la cogida y muerte del torero Víctor Barrio me han parecido tan escandalosas, tan macabras y de un gusto tan atroz que me inclinan a apoyar al mundo del toro aunque solo sea por contraposición a esos desgraciados que asimilan la vida de una persona con la de un animal.

Siguiendo la absurda lógica del que llama “asesino” a un torero, imagino que los que comemos filetes de ternera somos equiparables a los que se comen bebés, ya que no dejan de ser crías unos y otros. Por la misma regla de tres comer huevos fritos ya debe ser lo peor, si bien es llamativo que suele coincidir que quien ataca el toreo también está a favor del aborto humano, cuestión de difícil encaje teniendo en cuenta la óptica de que “cualquier vida es sagrada”.

Francamente estoy contra la prohibición de los toros. Como liberal me rechina cualquier prohibición por su misma esencia, y soy un firme defensor de la libertad de cada cual para hacer lo que considere conveniente siempre que no afecte a terceros. No creo en los derechos de los animales como tales, ya que si aceptamos que podemos comernos una vaca o un cerdo tenemos que tragarnos que estos seres no tienen derecho a la vida, con lo que es difícil defender que tengan otros.

Lo que sí entiendo es que estar contra la tortura a un animal no es una cuestión de derechos del mismo, sino de la patología que demuestra en el maltratador. Me cuesta trabajo pensar que quien mutila y asesina a un perro o un gato pueda ser una persona normal y con el tema de los toros, si bien reconozco una contradicción porque no tengo la misma carga emocional, ando cerca y aunque entiendo que se acepta y defiende esa actitud por una tradición brutal que hemos heredado de nuestros antepasados, no me gusta.

No defiendo el toreo por ser una tradición. También lo eran la ablación o las hogueras de la Santa Inquisición y nadie en su sano juicio pide su vuelta. Defiendo el derecho de alguien a torear y de otros a verlo, si bien insisto en que me repugna el espectáculo como tal… y por supuesto defenderé a muerte la honorabilidad y la memoria de un pobre chico que perdió su vida haciendo lo que él consideraba un arte y una tradición aunque yo no lo comparta.

Vergonzoso, y encima escondiéndose
como casi todos los que insultan Internet
Víctor Barrio dio su vida porque “más cornás da el hambre”. Que no estemos de acuerdo con su forma de ganarse la vida no implica que podamos insultar su memoria ni muchísimo menos. Él era consciente del riesgo, pero eso no es excusa para decir las barbaridades que se dicen y se escriben, porque si seguimos esa lógica los montañeros que tienen accidentes deben dejarse morir en las laderas en lugar de mandar un helicóptero a buscarlos.

No veo a quienes tanto dicen de los toros luchando por los derechos de vacas, pollos o cerdos, cuyas vidas suelen ser terribles para morir entre sufrimientos. No creo tanto en su sinceridad como en un tema de trasfondo político, y eso les resta credibilidad. 

Los insultos a Víctor Barrio lo que les quita no solo es la razón, sino la humanidad que puedan tener. Entiendo su oposición al toreo, pero no lo siguiente. Hay que ser respetuosos por ambas partes, que también he visto que algún torero se ha encendido y ha reaccionado muy malamente a los insultos contra su compañero fallecido. Puede ser entendible su rabia, pero no ni es aceptable ni respetable su respuesta.

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo que no se puede insultar ni descalificar de esa forma la muerte de alguien cuya profesión es legal en España. Tampoco la muerte de nadie ya que quien sufre esos improperios no es el muerto si no sus familiares y allegados. Y de acuerdo con que la justicia investigue, denuncie y castigue quien haya cometido hechos delictivos. Lo que espero es que todo esto no acabe solo en una " información" y nadie pague por lo que ha dicho. Tras el atentado de Orlando también se vertieron muchos comentarios en Internet e incluso se creó un hastag #matargaynoesdelito, veremos si uno y otro caso acaban en los tribunales de igual forma. Algunos alegan que se vulnera la libertad de expresión pero es que tampoco uno es libre de cogerle el coche al vecino, hacer pintadas en la calle o pegar a tu pareja. Los mismos que abogan por la libertad de expresión denuncian, de forma pública y/o judicial, cuando se sienten atacados por otros que usan su "libertad de expresión".

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