lunes, 18 de julio de 2016

El baño (cual Palomares) de Rubén Arroxo (antes Arrojo)

Siguiendo su poco recomendable táctica de “sostenella y no emendalla”, Rubén Arroxo (antes Arrojo) emuló a Manuel Fraga en su etapa de ministro franquista y se dio un baño en el Miño cual si fuera Palomares. El objetivo no era asegurar la idoneidad del río, sino todo lo contrario, afirmar sin rubor que en el punto donde Jaime Castiñeira propuso hacer la playa fluvial, con el apoyo del BNG (del de hace un par de años, el que tenía algunos votos, no del de ahora), no hay calado suficiente para ejecutar dicha obra.

Zona propuesta para la playa fluvial
No sé si a ustedes les pasa pero yo en ocasiones busco las gafas con ellas puestas. Son cosas de despiste y cerrazón, en que te obcecas en dar por sentado algo que todos los demás ven una tontería, pero que sigues manteniendo porque una pequeña nube, como decía la canción, te borra el juicio en determinado momento. Nos pasa a todos, creo yo, y no pasa nada por recular y decir que uno se ha equivocado. 
 
No sé si el BNG ha reculado en algunas de sus más que discutibles aseveraciones del pasado, como aquella vez que se opusieron a la AP9 porque era una “navallada” a Galicia, por poner un ejemplo. Ahora parece que algo similar les ocurre con lo de la playa fluvial, que con tal de oponerse a algo que hace no demasiado veían positivo toman medidas que pasan por lucir el palmito en el Miño aunque sea con un fin tan discutible como evitar que se haga la playa fluvial de Lugo en un sitio idóneo para ello.

¿Que hay poco calado? Ya lo sabemos. A lo mejor influye el caneiro que estaba y, hasta donde yo sé, continúa roto. Esto hace bajar el nivel del agua, como es evidente, porque aunque les pueda sorprender a algunos (no a los que usan el más elemental sentido común) el volumen de agua que pasa por el punto propuesto es exactamente el mismo que pasa por el Fluvial. Ni un litro menos. De hecho la incorporación del Rato supone un aumento (ridículo, pero aumento) del cauce.

No hace falta ser físico para caer en que si el volumen de agua es el mismo, y la anchura de la ribera es similar (unos 60 o 70 metros aproximadamente) hay algo que varía, y no es otra cosa que el caneiro que hay en el Fluvial y que sirve de presa para que los lucenses se puedan bañar aprovechando el embalse de agua.

¿Habría que hacer un nuevo embalse en el Miño para crear la playa fluvial? Probablemente no, con aprovechar uno de los caneiros existentes, quizás reforzándolo y dándole un poco más de altura (lo que los técnicos considerarán, entiendo, en el hipotético proyecto) es más que suficiente porque tampoco se trata de hacer una escuela de submarinismo.

Rubén no me cae mal, más bien al contrario. Es una persona afable y normalmente me parecía razonable, si bien esto empezó a tambalearse cuando vi que llamaba “hombre de paz” a Otegui. Es un error de bulto, similar al que cometió Chamberlain cuando hizo la misma apreciación de Hitler, pero si bien la Historia dejó claro que esos términos hay que usarlos con más cuidado, en el tema del Miño no creo que se metan con igual intensidad.

No se trata de juventud o de experiencia, no seamos demagogos. Una persona de 30 años puede tener tantas o más ideas buenas para la ciudad que una de 60. El problema es cuando no se difunden propuestas sino torpedos por razones que, como hablábamos en un artículo anterior, nada tienen que ver con la ecología o el interés de los lucenses sino con política.

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