martes, 24 de agosto de 2021

Por qué el pasaporte Covid no ha funcionado

Hay que ver lo difícil que es encontrar un certificado falso en Internet... (entiéndase la ironía)

No tengo la menor intención de seguir dando vueltas eternamente a un tema que ya está liquidado por los juzgados, pero a la vista de que se sigue insistiendo en su necesidad (a pesar de haber sido declarado ilegal) sí creo que es necesario puntualizar ciertas cosas sobre el famoso “pasaporte Covid” y su inutilidad, al menos en este santo país en que sabes que el otro toma las uvas de tres en tres porque “comía yo dos a dos y callabas”.

Para empezar, les diré que no tengo la menor duda de que muchas personas consideran de buena fe que esta herramienta es algo útil y necesario, permitiendo en teoría disfrutar de la tranquilidad de saberse en un entorno seguro. Pero es que ese es precisamente el problema, que dicha sensación es totalmente falsa. No hay más que ver los titulares en que se nos indica que los contagios han aumentado alarmantemente en varios puntos de la provincia de Lugo (por ejemplo en la residencia de mayores de As Gándaras o en Monforte de Lemos), justo durante los días de vigencia de la medida.

Empecemos por decir que, aunque yo enseñe en el móvil un documento con unos códigos que certifican que estoy vacunado, dicho papel no tiene por qué ser mío, ya que no se pedía el DNI para acreditar su titularidad. E incluso aunque se pidiera, es sencillísimo de falsificar ya que no hay un respaldo telemático de ninguna clase. Les pongo de ejemplo uno emitido a nombre del Kaiser Guillermo. Con esto ya cae por la base. Si cualquier mendrugo con unos mínimos conocimientos de informática puede trucar el certificado el sistema pierde toda validez ya que precisamente los que tienen pocas luces son los que cometerán más imprudencias.

Pero el problema va más allá. Supongamos por un momento que sí, que se crea un sistema para estar seguros de que el certificado es auténtico y que corresponde al titular… ¿se les ha ocurrido pensar que los vacunados podemos contagiar la enfermedad a terceros, aunque no la suframos o al menos no en tan alto grado? Si mezclas personas vacunadas con otras con PCR negativa estás poniendo en peligro a los segundos, que pueden entrar “limpios” y salir con el bicho, sobre todo porque como decíamos antes se crea una falsa sensación de seguridad que hace bajar la guardia y ser menos precavido.

Por otra parte, existe una discriminación inaceptable para aquellos que NO HAN PODIDO vacunarse. Lo pongo en mayúsculas por si no queda claro. No hablo de quienes no hayan querido vacunarse, que es otro debate que habrá que afrontar en un futuro no muy lejano. Si tenemos en cuenta que la vacuna, como decíamos, no impide el contagio sino que reduce los efectos de la enfermedad, tampoco parece muy lógico marginar a quien haya optado por no vacunarse, ya que las consecuencias las sufrirán ellos mismos. Pero en este momento el debate ni siquiera es ese, es el de quienes no han podido acceder al pinchazo y me preocupa que la normativa ilegalizada dejaba fuera de los locales a un montón de gente que no había elegido no ponerse las vacunas. Eso marca una diferencia importantísima a mi modo de ver.

Verán que aún no hemos tocado cuestiones más filosóficas como los derechos a la intimidad, a no difundir datos médicos (he leído por ahí que hay quien dice que un certificado de vacunación o de haber pasado el Covid no es un dato médico… supongo que el suyo lo firma un mecánico de aviones)… que pueden ser un motivo de peso aunque comprendo que más “atacables” en un momento de crisis como el actual. Lo malo es que estos momentos de crisis en que se piden medidas excesivas son los mismos que suelen acabar mal. Nadie empieza tomando medidas salvajes, se comienza dando pequeños pasos y toda cadena comienza con el primer eslabón. Hay que estar atentos para evitar males mayores, si bien reconozco que la línea es muy fina porque estamos en un momento delicado que exige esfuerzos extraordinarios.

Dejo para el final el aspecto político de la cuestión.

He recibido invitaciones para reunirnos con los dos partidos de la oposición a nivel autonómico. Tanto BNG como PSOE han cursado sendas citas para conocer “de primera mano” el punto de vista de nuestra reclamación, algo que tiene su guasa al hacerse cuando ya se ha ganado. Habría estado bien recibir apoyo cuando nos estaban zurrando hasta en el carnet de identidad y no ahora, que la justicia nos ha dado la razón de una forma tan aplastante. ¿A quién beneficia ahora esa foto? ¿A los partidos políticos que no movieron un dedo en este asunto?

He de hacer mención aparte al señor Gonzalo Caballero, un oportunista que sale en los medios a decir que a la Xunta de Galicia se le ha aplicado un importante correctivo (en lo cual tiene cierta razón) pero olvida mencionar que al Gobierno de España que encabeza su partido le han ilegalizado nada menos que un estado de alarma… por el momento. No se puede argumentar de forma tan sumamente grosera.

En fin, confío en que con todo esto quede claro que la petición de certificados de vacunación o PCR negativa no sólo no era legal sino tampoco racional. “Es que en otros países se usa” no me vale como argumento, porque este no es “otro país”, este es el que ha inventado una palabra para disimular sus trapacerías: se les llama “picaresca”.

Confío en poder dejar este tema a un lado en el futuro y volver a lo que es la naturaleza de este blog: Lugo.


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