martes, 18 de febrero de 2014

De perdones y pendones

Que dice el señor Orozco que ha llegado el momento de que algunos le pidan perdón. Lo veo poco ambicioso. El perdón, como supongo que debe saber nuestro Alcalde de sus tiempos de seminarista, es algo más universal, más genérico, por lo que no sólo ha de ofrecerse sino que también hay que pedirlo.

Personalmente creo que he sido exquisito con el tema de Orozco, principalmente porque desde el primer día mantuve, como hago siempre, la sagrada presunción de inocencia, que en este país se suele interpretar con desconfianza, como si quien la aplica a un supuesto adversario político también tuviera algo que esconder. “Si tanto lo dice será porque luego la quiere para sí”, parece que dicen los paladines de la “dimisión de imputados”, algo tan popular como absurdo.

Pero nuestro amigo Orozco también debería hacer examen de conciencia para evitar que le vengan con aquello de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio. Si es el momento de pedir perdón, antes de hinchar el pecho y salir a decirles a los demás lo malos que han sido debería quizás revisar sus actos y omisiones por aquello de parecer sincero.

Avisados del tema de la grúa estaban, ¡vaya si lo estaban!
Tiene que pedir perdón el Alcalde por haber permitido que el Ayuntamiento se convirtiera en sus años de mandato en la casa de putas que ha sido. Tiene que disculparse ante los lucenses por los millones de euros, literalmente hablando, tirados a la basura en concesiones que ahora se están demostrando amañadas, en las plazas de funcionario dadas por el sistema digital (esto es, a dedo), por las inversiones faraónicas en museos, cafeterías, parques energéticos, fábricas de la luz y demás instalaciones que curiosamente están cerradas a cal y canto, por el caos de la grúa, el de la policía local, el de la publicidad de autobuses y por la atrocidad urbanística del Garañón.

Es poseedor, el señor Orozco, de mucho equipaje por el que disculparse antes de abrir la boca para exigir a los demás que le pidan perdón. Antes de pedir perdones tendría que ver los pendones que han metido en el Ayuntamiento porque quien le oiga podría pensar que en vez del Alcalde de Lugo durante 15 años el señor José fuera un auxiliar administrativo que aterrizó ayer y al que le han endosado una serie de marrones con los que no tiene nada que ver. ¡Manda huevos!, en las inmortales palabras de Federico Trillo.

¿Que hay mucha gente que tiene que comerse el sombrero? No se lo discuto, pero según manda a otras personas a atacar a la oposición o a decir cosas feas, quizás esta ocasión era propicia para un “recado”, porque se arriesga a que alguien, quizás un humilde bloguero al que obviamente no lee, le eche en cara que tiene usted mucho por lo que pedir perdón a los lucenses.

Insisto en mi respeto a la presunción de inocencia del Alcalde, y, aunque no me crean, de veras que me alegraré si finalmente los lucenses podemos sacudirnos la vergüenza a la que nos vemos sometidos todos los días con el puñetero Pokemon, pero, no puedo decirlo de otra manera… ¡no me joda señor Orozco!

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