martes, 21 de julio de 2020

Privatización de izquierdas


Un camión de Urbaser por el casco histórico

Un liberal no se puede escandalizar por la concesión de la gestión de servicios públicos a una empresa. De hecho parece lo apropiado, que la administración se dedique a lo suyo y deje la práctica de cuestiones mundanas a quienes saben hacerlo. Si se hace bien, la gestión privada redunda en una mayor diligencia del servicio y un ahorro de costes. Si se hace bien, insisto, cosa que en esta ciudad no suele pasar y los contratos tienen agujeros por los que entra un camión.

Este tipo de acciones es más chocante en gobiernos que se dicen de izquierdas y que basan sus campañas electorales en su supuesta lucha contra la malvada “privatización de lo público”. En Lugo, por ejemplo, no se me viene a la cabeza nada que no esté en manos de sociedades, y esta furia privatizadora llegó al Ayuntamiento de la mano de Orozco manteniéndose a día de hoy. Hasta el cobro de recibos depende de una empresa privada, así que imaginen. La oposición por su parte, concretamente la del PP, reclama en el pleno la “remunicipalización” de servicios, lo que no casa con su forma de actuar en otras administraciones y ayuntamientos, dando crédito a la teoría de que no se trata de principios sino de mero oportunismo político.

Ahora que nuestro gobierno, autoproclamado de izquierdas y defensor de lo público, tenía una ocasión de oro para demostrar sus convicciones y hacer valer su apuesta por la municipalización, saca un contrato para limpieza y recogida de residuos de nada más y nada menos que 134,1 millones de euros, garantizado el cobro a la empresa durante una década. Por cierto, si mis matemáticas no fallan el coste del servicio nos sale por 13,41 millones al año mientras que actualmente ronda los 7,2 millones, así que sube casi al doble...

Menos mal que apuestan por lo público, que si llegan a tirar por lo privado…

Artículo publicado en La Voz de Galicia del 21 de Julio de 2020

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Derecho a réplica:

Se admiten comentarios, sugerencias y críticas. Sólo se pide cierta dosis de ''sentidiño'' y cortesía.