jueves, 26 de julio de 2018

Tres años sin ORA, y yo no la echo de menos

Tercer aniversario de la suspensión de la ORA y el mundo no ha acabado. Foto: La Voz de Galicia
Estos días me van a permitir que los horarios del blog sean más relajados, estoy de vacaciones y no me voy a ceñir a lo habitual, que es programar las publicaciones para primera hora de la mañana. Incluso habrá días que directamente no publique nada, así que no se lo tomen a mal.

Hoy les voy a hablar de la ORA, y francamente tengo que reconocer que el artículo no deja de ser un refrito de uno anterior, ya que mi postura no ha variado… aunque veo que otras sí. Lugo no necesita ORA, y en el tercer aniversario de su eliminación ni se han abierto las carnes de los usuarios ni la ciudad se ha hundido en el abismo de la desesperación. No ha pasado nada y si bien en momentos puntuales es difícil encontrar aparcamiento, el problema no está en la ausencia de ese sistema sino en la de un plan de movilidad bien hecho y una gestión razonable de los autobuses urbanos.

Lugo es una ciudad no muy grande, bastante asequible para ir andando a casi todas partes. Si uno tiene que ir de Aceña de Olga a Garabolos pues vale, es normal tirar de coche, pero para desplazamientos habituales estamos a diez o quince minutos de cualquier sitio. Eso hace que sea innecesario usar el coche para todo, tal y como estamos acostumbrados, salvo obvias cuestiones como llevar paquetes o tener problemas de desplazamiento por edad o una discapacidad.

Nuestra ciudad no necesita un sistema por el que el haya que pagar para dejar el coche en la calle para beneficio de una empresa y, residualmente, de las arcas municipales (que reciben una propineja) sino que hace falta poner áreas, ni siquiera demasiado grandes, de regulación de aparcamiento gratuita en lugares puntuales. Por ejemplo en los entornos de centros administrativos de mucha afluencia en horario de mañana y poco más. Para lo demás lo lógico es tener una red de autobuses urbanos que ya pagamos generosamente con nuestro dinero público, y que éstos tengan frecuencias razonables y trayectos lógicos, con información para el ciudadano.

Me sorprende bastante que hoy en La Voz de Galicia, en el artículo de portada que dedican al asunto, veo que otras personas de asociaciones y federaciones de la ciudad ahora se apuntan al carro de “no hace falta la ORA”, tras apoyarla indudablemente hace tres años. Es más no solo apoyaban la ORA sino una extraordinaria ampliación de la misma, ya que marcaban de azul casi todas las calles del casco urbano añadiendo además la absurda limitación de las dos horas, por lo que cada 120 minutos tendríamos miles de coches dando vueltas por la ciudad porque no podrían seguir estacionados en el mismo sitio (el sistema no permitía “ir a cambiar el ticket”).

En fin, bienvenidos al sentido común, han tardado pero me alegra que por fin vayan dándose cuenta de que las cosas son lo que son.

En Lugo tenemos muchas cosas que hacer, también en tráfico, pero desde luego una de ellas no es cobrar por aparcar en la calle. Al menos no mientras los aparcamientos sigan sin estar llenos (que no lo están). Si usted está pensando “pues a mí me cuesta mucho aparcar”, le invito a que reflexione sobre si realmente ha de usar el coche necesariamente, y de ser así si es absolutamente necesario dejarlo delante del sitio al que va o no pasa nada por dejarlo tres calles más allá. En caso de que necesite sin duda dejarlo en zonas de difícil aparcamiento y esté dispuesto a pagar la ORA… seguro que hay un aparcamiento de pago donde poder dejarlo pero no nos condenen a los demás a sufrir la maldición de una ORA innecesaria.

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