jueves, 21 de marzo de 2013

Democracia interna en los partidos, esa pose tan moderna

Un tema tabú que ahora se está empezando a airear públicamente, además de la presunta querida del Rey, es lo de las elecciones en los partidos. Antes la cosa pasaba sin pena ni gloria, y a posteriori te enterabas por la prensa de que un partido u otro habían elegido como presidente, secretario general o fallera mayor a la persona que fuera, habitualmente en única candidatura. 

Ahora no, hay un striptease público en que nos cuentan con pelos y señales los manejos, negociaciones y maquinaciones para hacerse con el control del partido, que es donde reside el poder por mucho que vayamos a las urnas cada pocos años. 

Pero esto es engañoso. La palabra striptease viene del inglés, de la suma de “strip” (desnudarse) y “tease” (broma, burla, engaño…). Es decir, que es un desnudo trucado, una pose que está pensada para excitar al personal. En este caso para excitar sus conciencias y voluntades, se entiende. 

La democracia interna en los partidos no existe, simplemente es una pose muy moderna. Las campañas para mangonear la agrupación no son reales, sino un juego de malabarismo dialéctico, una cuestión mediática en que los argumentos no son un fin en sí mismo, sino una herramienta más. Se dice lo que se cree que se ha de decir para que los militantes, y los futuros votantes, piquen y a uno le den lo que quiere, que es el codiciado sillón de mando del ayuntamiento, diputación, comunidad autónoma o país. Las ideas no se preparan pensando, sino encargando encuestas y dejando en manos de las grandes empresas de estudios de opinión las políticas a seguir y los puntos clave que poner en negrilla en los programas electorales. 

Lo lógico sería que uno exponga sus ideas, sus convicciones, y que con esa rampa de lanzamiento los votantes de lo que sea opinen sobre eso. Ganaría las elecciones el que más personas convenza. Pero eso es una falacia, no funciona así. 

Que conste que la culpa no es sólo de los que montan el circo, sino también de los que compran entradas. Que Telecinco tenga un canal para Gran Hermano es porque hay gente que ve el canal de Gran Hermano, no lo hacen por convicción moral. Pues esto es igual. Si votas pensando en lo guapo que es el candidato, en lo bien que sale en la tele o en cosas así de tontas estás pidiendo a gritos que te engañen. 

Hoy en la prensa vienen dos casos relacionados con todo esto. El primero es el del PSOE gallego, y el segundo el del PP local. 

En el primero se habla de elecciones primarias. Esta incultísima España comulga con lo que le pongan en los titulares y se han tragado cebo, anzuelo y sedal, y no se comen al pescador porque no se les pone a tiro. Unas elecciones primarias son cuando un partido elige a su candidato a alguna elección pública. Aquí no se da ese caso, porque lo que se elige es al secretario general del partido, no al candidato a nada, a menos que luego nos digan que está legitimado para presentarse a la Xunta sin pasar por la casilla de salida, que todo puede ser. 

El sistema elegido, y “pionero” según el único candidato al puesto, es que los militantes eligen delegados y éstos al secretario general. Vamos, lo mismo que ha hecho el PP desde que se fundó y que el PSOE siempre calificó de “falta de democracia”: elección por los militantes de compromisarios y del presidente por éstos. 

Por su parte el PP de Lugo se verá las caras con dos militantes que fueron expulsados del partido, según ellos, por opinar. Yo, personalmente, he recibido emails de estas personas que no opinaban sobre ideas, sino que encabezaron una persecución tanto interna como en los medios de comunicación contra Jaime Castiñeira. Fue una cuestión personal, que se traslucía en cada palabra que escribían y pronunciaban y que ha generado esta situación. 

Que conste que yo tampoco estoy muy contento con la democracia interna de los partidos, que es prácticamente nula. Sin embargo no creo que el problema sea tanto la normativa de las formaciones como la falta de valor de sus militantes. Es poco frecuente que alguien dé un paso al frente y diga “yo quiero pelear contigo por la presidencia”, principalmente porque a mucha gente no le queda tiempo después de ganarse la vida, y otra que puede no está dispuesta a meterse en ese fregado. También están los que esperan que les llueva maná divino en forma de puesto, contrato o “ayuda” de algún tipo, que en todos los partidos, sobre todo cuando pisan moqueta, suelen aparecer como los champiñones en épocas de lluvia. 

Hay un miedo cerval a plantarse en una reunión o un congreso y levantar la mano para decir “oiga, yo también quiero participar” y cada vez más, porque hasta los que son honrados y quieren hacer algo positivo se encuentran con que la sociedad los va a mirar mal. La política hoy en día es una dedicación denostada, de forma suicida hay que decir, por una sociedad simplista que reduce todo a un “la culpa es de los políticos y los banqueros”, sobre todo porque quien eso dice no es ni lo uno ni lo otro, ni aspira a serlo. 

En fin, lo de siempre: lean. Es lo único que les puedo recomendar. No les digo que tengan que tragarse “Así habló Zaratustra” o la “Crítica de la razón pura”, pero al menos dediquen unos minutos a leer la noticia entera y no sólo el titular. Y tampoco se crean todo lo que ponen, tengan espíritu crítico.

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