miércoles, 9 de noviembre de 2022

La lección magistral de Carmen Lence

La lección magistral de Carmen Lence fue eso, magistral.
Foto: El Progreso

Ayer me invitaron al acto de inauguración del curso académico de la UNED, un evento en que tuve el placer de saludar a alguno de los graduados como José Romay, que estoy seguro de que llegará muy lejos porque es una persona con una cabeza increíblemente bien amueblada.

La conferencia inaugural estuvo a cargo de Carmen Lence, que bajo el título “El futuro es incierto, por eso debes crearlo”, nos hizo un esperanzador relato de las circunstancias que le llevaron a encabezar el grupo empresarial de su familia.

Todos damos por sentado que las grandes empresas sobreviven prácticamente solas, pero no podemos olvidar que lo que a criterios lucenses es una firma enorme en el proceloso mundo de las aguas internacionales es un pez mediano en el mejor de los casos o pequeño en el más realista. Competir con grandes conglomerados no es ninguna broma, y Leche Río y el Grupo Lence van saliendo adelante a pesar de los baches que tuvieron que superar.

El primero fue la desaparición de Jesús Lence, el creador de la firma, que la hizo surgir de la nada. Nos contaba ayer su hija Carmen que entró en el negocio de los lácteos de casualidad. Tenía gasolineras y por una deuda “heredó” tres camiones cisterna, y ahí empezó todo, siendo hoy la sexta empresa de comercialización de leche UHT de España y con un volumen de 281 millones de litros de leche al año.

Esas cifras mareantes son las que nos hacen pensar que “está todo hecho”, pero esa es justo la visión que suele hacer que las empresas se vayan al tacho, dar por sentado que no hay nada que hacer. En este caso no fue así, ya que justo tras la desaparición del patrón, Carmen se enfrentó a duras pruebas.

El jefe de compras se pasó a la competencia y perdieron 100.000 litros diarios de recogida, a lo que se unió una maniobra del grupo Día que le hizo tomar duras decisiones, y la salida de su hermana de la empresa, dejándola sola al frente del grupo. Para mayor fantasía, Carmen vivía en Boston en aquel entonces, por lo que se tuvo que trasladar a Lugo de forma inmediata dejando a su marido y sus hijos al otro lado del Atlántico, lo que la aisló todavía más.

Sin embargo salió adelante, con una energía heredada de su padre y que hizo que superase esos obstáculos consciente de que la noche es más oscura justo antes de amanecer… y entonces llegó la pandemia.

Pasaron de no poder atender la demanda al inicio de la crisis, ya que había clientes que pasaron de pedir un camión a veinte (recuerden el acopio que hacía mucha gente ante el miedo generado) a una bajada espectacular por el cierre de la hostelería. La situación personal de Carmen Lence se complicó, ya que su familia seguía en Estados Unidos… pero ahora no podía viajar a verlos.

De nuevo salió adelante, y a principios de 2021 las cosas fueron mejorando… y entonces llegaron la guerra y la inflación.

La tercera crisis de la empresa en los tres años que Carmen Lence lleva sus riendas supuso medidas arriesgadas, como subir el precio de la leche, lo que hizo que algún gran grupo de distribución amenazase con retirar sus marcas de los lineales. La respuesta fue tan osada como efectiva: “No es que retiréis nada, es que si no aceptáis el precio quienes no os servimos somos nosotros”.

Hoy día el Grupo Lence sigue a flote, saneado y creciendo. Su objetivo es entrar en el “Top 3” de las empresas distribuidoras lácteas de España (hoy está entre las 6 primeras) y mantener el negocio en Lugo, lo que es de mucho interés para todos.

El 40% de la leche que se consume en España es gallega, pero sólo el 16% se transforma en Galicia, lo que supone una pérdida económica terrible para nuestra tierra. Eso es lo que intentan revertir.

De toda esta historia hay que aprender varias lecciones, que Carmen Lence resumió en tres puntos:

  1. Tener las metas claras. La suya es entrar en ese “top 3” de las empresas españolas y mantener el negocio en Lugo.
  2. Saber por qué las quieres alcanzar. Su motivación es mantener esa riqueza en Lugo e incrementarla.
  3. Aceptar las dificultades y fracasos como una forma de aprendizaje. En este punto dijo la frase que más me gustó de toda la charla: que tenemos que dejar de estar siempre “marinándonos en la queja” y asumir nuestras responsabilidades y retos, incluso aunque vengan del exterior.

Realmente fue una lección magistral en el mejor de los sentidos, salpicada de sentimientos y retos personales que Carmen Lence superó y, con ella, su grupo, algo que a Lugo le viene de perlas.

2 comentarios:

  1. Que bien lo vende… hasta parece una mujer extraordinaria (léase él sarcasmo)

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    Respuestas
    1. Es tan extraordinaria como usted cobarde, que se esconde tras el anonimato para atacar a alguien que tenía muy fácil hacer caja y salir por pies.

      Es vergonzoso que no tenga ni siquiera la talla moral de dar la cara para atacar a alguien y venga con aires de superioridad.

      Me planteé no publicar su comentario pero cae por sí sólo y nunca me ha gustado la censura.

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