lunes, 18 de abril de 2011

Selección antinatural

050420111806 Vengo de tomar el café, que es lo suyo a media mañana (sí, lo sé, no entremos en lugares comunes…) y pasé por la calle San Marcos. No sé si alguien se acuerda de los “curris”, aquellos personajes que salían en Fraggle Rock y que se pasaban todo el día haciendo obras por todas partes. Se me vino la imagen a la cabeza, porque la sensación de “Dios mío, cuánta gente trabajando” era la misma, aunque sólo en esa calle.

Ya he criticado la obra de la calle San Marcos (ver “peatonalizar con sentidiño”), no por la idea en sí, que me parece muy positiva, sino por la forma de llevarla a cabo, metiéndose a gastar un montón de dinero en una obra que se podría hacer por mucho menos con el mismo objetivo: convertir en peatonal la calle San Marcos. También hay que mencionar que me parece una barbaridad la desaparición de las fuentes que había frente a la Diputación y, ya que estamos, si se va a convertir en plaza es el momento de echar de menos los grandes árboles que había justo delante de la puerta del palacio provincial. Pero no voy por ahí, voy a hablar de otra cosa.

060420111807 La cuestión es que en un día normal y corriente conté, y no exagero, 23 operarios trabajando simultáneamente. De hecho, estaba la cosa tan llena de gente que hasta se estorbaban unos a otros. No sé cómo se organiza el trabajo ahí, pero hasta tienen chalecos de colores, supongo que para diferenciar en qué está trabajando cada uno para no confundirse.

Me parece fantástico, maravilloso, ver que una obra avanza a un ritmo tan galopante. Soy un firme defensor del casco histórico, y creo que esta obra es muy positivo que se acabe cuanto antes, porque este espacio se va a convertir, sin duda alguna, en una extensión de lo que los lucenses consideramos el “centro, centro” (de Lugo, Lugo…).

150420111866 Lo que ya no me gusta tanto es ver que otras cosas muchísimo más pequeñas y que se podrían solucionar con dos personas trabajando un par de días, sigan esperando años, y años, y años… Me refiero, por ejemplo, a la famosa “ventana arqueológica” de la ruanova, que lleva años tapada con una cutre plancha de metal oxidado. Eso sí, el cartelito que la anuncia sigue allí puesto, para mayor cachondeo. Las únicas novedades son las nuevas planchas de metal, éstas sin oxidar, que se han unido a la original. Me imagino que con el tiempo se pondrán igual y poco a poco conseguiremos crear una antigüedad más en la ciudad.

Otro ejemplo de obras que llevan años atascadas es el de Duquesa de Lugo. Me encantaría que alguien me explicara, con gráficos porque debo de ser un poco lento para ciertas cosas, cómo puede ser que tengamos un montón de calles nuevecitas junto a Las Termas enmarcando solares. Les faltan los edificios, pero hasta tienen bancos y farolas, colocados inútilmente porque aquello es un páramo. Ahora imagino que cuando construyan se cargarán todo y volverán a hacerlo, claro, porque habrá que meter cableados, grúas, camiones, materiales… Pero a lo que iba, Duquesa de Lugo: Las Termas lleva ahí unos seis años, y el Ceao mucho más. ¿Qué lógica tiene que se construyan una pila de nuevas calles y sigamos teniendo a medio hacer la avenida Infanta Elena? Los pollos de tráfico que se montan en rebajas y los sábados para ir al centro comercial, y en horas punta para ir al Ceao, deberían ser más que suficiente motivo para terminar de una puñetera vez la avenida, con sus cuatro carriles de principio a fin. Pero no, que eso da trabajo y no es cosa de hacer callo.

Es la selección antinatural de las obras de Lugo. Nuestra ciudad avanza muy rápido en las cosas más inútiles, como nuestro puente a ninguna parte, la innecesaria cafetería del Parque de Rosalía, o la obra faraónica de San Marcos, mientras que las más necesarias siguen durmiendo el sueño de los justos. Supongo que hasta que llegue un alcalde como Dios manda que priorice lo que la ciudad necesita, no lo que da votos porque se ve mucho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Derecho a réplica:

Se admiten comentarios, sugerencias y críticas. Sólo se pide cierta dosis de ''sentidiño'' y cortesía.