Aunque la noticia ha pasado casi inadvertida en los medios de comunicación, me parece haber entendido que el Rey ha abdicado.
Viene alguna referencia suelta en las 15 páginas que dedica El Progreso al asunto o las 43 de La Voz de Galicia. Se ve que la noticia les ha pillado por sorpresa y que no tenían preparado nada, así que han sacado lo que han podido. Lo mismo le pasó a los telediarios y noticiarios de ayer, que dedicaron sólo su programación completa a la abdicación del Rey, por si no era suficiente con los especiales que enlazaban unos con otros. Sólo ha faltado una entrevista a su peluquero para ver con qué se tiñe el pelo, si es que se lo tiñe que no tengo ni idea y es un dato cuyo desconocimiento no me deja dormir.

También le han dado mucha cancha a lo del debate sobre el referéndum que por lo visto piden los partidos republicanos, que coincide que son los de izquierdas. No deja de ser curioso que un acto del Rey haya sacado a la calle a tanto republicano, y quizás si se hubieran tomado con más tranquilidad esta situación habrían sacado más rédito, planteando el tema como quien habla de la fumigación del gorgojo.
En este país, donde funcionamos con impulsos de acción/reacción, lo más normal es que ahora salgan a la palestra muchedumbres más o menos monárquicas a defender algo por lo que no habrían movido un dedo si no hubieran visto a algunos atacando a la Corona. Es nuestra idiosincrasia patria.
Yo personalmente ya creía más en la monarquía de lo que creo. Tampoco me estorba si hace su trabajo. Que preparen a una persona como el Príncipe de Asturias desde que nace para ser Rey tiene sus obvios pros, pero también algunos contras, como la que liaron cuando a su ahora esposa se le ocurrió decir algo tan normal en una pareja como “déjame terminar”. Aún hay supuestos republicanos que no perdonaron a “la plebeya” semejante actitud. Manda huevos.

Igual de irracional es decir que es una figura antidemocrática, y que nadie le votó. Se le votó con el lote de la Constitución, igual que a las Comunidades Autónomas, el Senado, el Tribunal Constitucional o el derecho a la libertad de expresión. Si nos ponemos estupendos yo quiero un referéndum sobre las Comunidades Autónomas, que a lo mejor me estorban y desde luego nos cuestan mucho más que la Monarquía.

En España está de moda salir a la calle para conseguir lo que las leyes no otorgan, ya lo hablábamos ayer. El Gamonal o lo de Barcelona son dos ejemplos de perversión del orden democrático, protagonizado por quienes se autodenominan “representantes del pueblo” pero sin pasar por el engorroso trámite de ser elegidos en las urnas, que eso no mola porque puedes perder.
Pedir un referéndum porque el Rey abdica es una tontería. Si realmente quieren cargarse la Corona están en su derecho pero que hagan lo que hay que hacer: pedir una reforma constitucional en el Congreso, y si resulta que tienen mayoría se hace. Y si no la tienen no. Así de sencillo. Así de democrático. Así de inalcanzable a día de hoy.
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