No creo que al Rey Felipe VI le hayan preguntado, pero si fue así ya ha metido la pata el primer día de su reinado. Si no fue él, quien quiera que tomase ciertas decisiones se ha equivocado. Me refiero a la prohibición de las manifestaciones en pro de la III República convocadas para ayer en Madrid, y también a vetar la exhibición de banderas republicanas en la capital. Hasta donde yo sé la libertad de expresión es un derecho que la Constitución no limita a lo “estéticamente correcto”, y si queda feo que al paso de la comitiva real se encuentren con una bandera tricolor, mala suerte.
La democracia, como hemos dicho muchas veces, es más que ir a meter un papel en una urna cada cierto tiempo, es una forma de vivir y de entender la convivencia. Criminalizar la expresión de unas ideas, salvo que éstas sean delictivas (qué quieren, hasta yo tengo mis límites y no veo clara una manifestación a favor del terrorismo), es una barbaridad, y es exactamente lo que se hizo ayer en Madrid. Craso error.
Otra cosa es que esté a favor de que puedan manifestarse delante del Congreso, cosa que me parece que no se debe permitir, pero no por coartar la libertad de expresión, sino por defender la independencia de sus señorías a la hora de votar. Una cosa es la circulación de ideas y otra muy distinta la presión sobre quienes representan a todos.
Tampoco vería acertado permitir una manifestación republicana frente al Palacio de Oriente el día de la proclamación, ya que hay que buscar un equilibrio entre permitir a cada cual decir lo que quiera y llegar a una situación en que se pueden producir enfrentamientos poco recomendables. Pero tengo entendido que la manifestación republicana era en la Puerta del Sol, por donde no pasaba la comitiva real, con lo que me cuesta entender las prohibiciones.
No permitiría una manifestación contra la Iglesia frente a un paso de Semana Santa, ni una concentración homófoba en la caravana del orgullo gay, ni otra de dietistas frente a la Semana del Chocolate y el Azúcar convocada por el gremio de pasteleros. Hay cosas que son una mera cuestión de organización. Pero no tengo nada contra la libre expresión de cualquier idea, esté o no de acuerdo con ella, en plena vía pública.
La oportunidad de la protesta, si va a ayudar a crear simpatías o antipatías, es una cuestión que atañe únicamente a sus promotores, pero si el Estado entra a juzgar cuándo se puede protestar y cuándo no, estamos aviados. Es más, si no les hubieran prohibido manifestarse hoy no estaría hablando de ellos, así que ni siquiera ha valido para que su protesta pasara desapercibida, sino al contrario.
Como decía al comienzo, espero sinceramente que Felipe VI no haya participado en esto, porque si no mal empezamos.
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