La unión hace la fuerza |
Prometo que salvo que pase algo de calado no les voy a dar el coñazo con el Arde Lucus durante más días, pero creo que es importante hacer una última reflexión en alto sobre un tema que ha estado planeando sobre la fiesta durante, al menos, sus últimas ediciones.
El muy leído artículo de ayer provocó una serie de llamadas y mensajes que me comentaban en privado ciertas cuestiones que no querían poner en foros públicos, entre otras cosas porque hay gente que tiene miedo de hacer críticas a la organización del Arde Lucus al sentir una dependencia muy grande del Ayuntamiento… y sus subvenciones.
Durante toda la fiesta y más intensamente desde que publiqué ese artículo he escuchado las mismas quejas, coincidentes con las que puse ayer en parte o en su totalidad, y algunas más que no se me ocurrieron a mí como que el desfile conjunto del sábado tiene que organizarse de otra forma para no estar parando cada 200 metros y que se haga eterno el total del recorrido. Hay temas que son recurrentes año tras año y que siguen sin solucionarse a pesar de su sencillez.
Pero lo que me preocupa no es únicamente esa coincidencia o no, sino el hecho de que la dependencia económica de las arcas municipales impida que las asociaciones puedan hablar libremente de los defectos que aprecian en la organización. Así no se avanza.
Actualmente hay 18 asociaciones en el Arde Lucus y varían desde la veteranía de la Cohors III Lucensium, que fue la primera en crearse hasta donde yo sé, hasta la novedad de la Urbanae que si no me equivoco es la más reciente. También hay diferencias en el número de miembros, el esfuerzo en el montaje y la implicación y peso en la fiesta, pero sin duda hay algo que es homogéneo: todas quieren lo mejor para Lugo y para el Arde Lucus y en ocasiones no se atreven a poner ciertas cuestiones sobre la mesa para no pisar el callo equivocado, que es el de quien firma los talones o quien decide si se presta o no tal espacio a determinada entidad.
El papel de las asociaciones no es que sea importante, es que es imprescindible. Podrán dejar de venir una, dos o o tres, pero si todas faltaran no habría fiesta alguna y el evento se reduciría a la nada. De hecho las agrupaciones sin el Ayuntamiento tendrían más fácil organizar un Arde Lucus que el Ayuntamiento sin las asociaciones, y por eso es raro que se detecte ese temor a soliviantar a la autoridad, como si estuviéramos en la España de hace 50 años.
Creo que todo se debe a la táctica del “divide y vencerás”. Como en todas las cuestiones en que participan distintos colectivos hay intereses contrapuestos, y es innegable que surgieron, surgen y surgirán roces por cuestiones más o menos importantes, pero si las asociaciones no aprenden a solucionar esos temas por sí mismas estarán condenadas a perpetuar una dependencia desproporcionada de la administración que tiene que facilitar, coordinar, ayudar e incluso dirigir, pero no gobernar en exclusiva el Arde Lucus.
Les voy a poner un ejemplo bastante claro. El año que viene desaparece la actual ubicación de la castra porque es un terreno privado que por razones que desconozco no van a volver a prestar. Allí se alojan varias asociaciones (Caetra Lucensium, Civitas, Clan de Breogán, Tir Na Nogh, Lughdunum, Lucus Equites y Terra Copora) a las que se les dijo que el próximo año se tendrían que instalar en el entorno del río Miño.
Parece que esa idea está siendo muy contestada y probablemente se descarte porque el disparate de mover una parte del Arde Lucus a donde Cristo perdió las sandalias es una barbaridad de tal calibre que debería provocar una respuesta contundente no solo por parte de las siete entidades implicadas sino del total de asociaciones de Arde Lucus, e incluso de otras externas pero interesadas en que el casco histórico mantenga la fiesta en su entorno. Es una de esas cuestiones en que hay que hacer piña porque es la única forma de defender el conjunto.
También hay cuestiones prácticas que sería de interés afrontar en pandilla. Por ejemplo, para almacenar el material de las diferentes asociaciones no hay espacio que llegue. Alquilar una nave una sola entidad es inviable, pero ¿y juntándose todas? A tanto el metro cuadrado sería sencillo encontrar un espacio que solucione de una vez por todas los problemas de ubicación de todos los trastos que año tras año por arte de magia (y mucho sudor) se convierten en campamentos y sedes de los distintos grupos.
Quizá ha llegado el momento de que las asambleas de las diferentes asociaciones debatan la conveniencia de crear una Federación de Asociaciones del Arde Lucus, una entidad que tenga la fuerza suficiente como para defender los intereses de la parte que más se mueve y que más se esfuerza para que esta fiesta tenga el éxito que año tras año logra. Los que realmente son protagonistas y artífices de la cita han de poder opinar con autoridad sobre las fechas, sobre si es necesario poner una fija, sobre el programa, las ubicaciones y todos los temas que se consideren relevantes y que puedan canalizar sus propuestas e inquietudes en una mesa en que se hable de igual a igual con la administración.
Hay que poner en valor el titánico y desinteresado trabajo de los participantes del Arde Lucus. A fin de cuentas extender cheques con dinero ajeno es mucho, muchísimo más sencillo que montar y desmontar campamentos y desfilar cargados con 30 quilos de equipo como hacen algunos lucenses por amor a su ciudad. Va siendo hora de organizar un contrapeso razonable al poder de la administración en una fiesta que surgió del pueblo y es de la gente.
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