jueves, 6 de marzo de 2014

La confabulación judeomasónica de Lugo

Confabulando
Que dice el señor Álvarez que las sospechas de amaño de los concursos del Ayuntamiento de Lugo son una “confabulación”. Le ha faltado el “judeomasónica” para parecerse al otro.

Puede que tenga razón, el señor Álvarez, y haya una confabulación a la que se prestan raudos los partidos de la oposición, aunque es más raro que también los jueces, la prensa, los ciudadanos y el sentido común hayan entrado en la senda de la sospecha de un gobierno del que uno de sus principales miembros ha pedido disculpas por ser un chorizo y aprovecharse de las concesiones que él mismo amañaba.


La política al final es un discurso. Como tal puede ser cierto o falso, creíble o no, demagógico o coherente, pero lo peor de todo es cuando es directamente contradictorio. Es muy complicado para el señor Álvarez defender la labor de nuestro alcalde durante los últimos años sin hacer de paladín de las tropelías que los juzgados han destapado. No se puede uno envolver en la capa de la justa indignación sobre las artimañas de quien fue durante mucho tiempo amigo y mano derecha del señor Orozco, además de concejal de Urbanismo (oigan, ¡qué curioso que siempre cae esa concejalía a quienes más quieren trincar!), sin condenar también el fallo de la labor del Gobierno Local “in vigilando”, que se llama en derecho.

Es raro ver a un representante público diciendo “pido perdón, me he equivocado”. Lo hizo el Rey y es raro que no se apuntaran en masa a esa moda, ya que si algo tiene Don Juan Carlos es instinto, aunque le va fallando como excusa para tapar ciertas actitudes que no son de recibo en una testa coronada.

Pero no nos desviemos. Tenemos al amigo Liñares cantando como un canario en sede judicial, aunque ahora su defensa intente “eliminar” sus declaraciones en el Constitucional. Es lo que tiene un sistema garantista, que permite que por un tecnicismo un chorizo confeso pueda intentar desdecirse de todo cuanto contó, cosa que salvo que medie el recurso a la tortura o a la extorsión me cuesta mucho aceptar.

Luis Álvarez - Foto: Ayuntamiento de Lugo
Nadie pone en tela de juicio ciertos hechos: El Ayuntamiento de Lugo ha sido durante años el cortijo de Liñares, que amañó los concursos a su comodidad, que cobró dinero ilegalmente de las empresas adjudicatarias y que hizo y deshizo a su antojo cuanto quiso. Un Ayuntamiento con un paro creciente, como todas las ciudades en la crisis, en que el Alcalde ha reconocido colocar a algún amiguete o algún hijo de amiguete en empresas concesionarias (y encima lo defiende como algo justo y noble, tócate un pie), y que recibía paquetes de joyerías en su casa de las empresas investigadas y que lograron los concursos fraudulentamente.

Eso nadie lo discute porque está probado. Pero hay una conspiración para arrojar dudas sobre las contrataciones del Ayuntamiento según el señor Luis Álvarez.

Todos los gobiernos tienen una persona encargada de decir tonterías. El más conocido de todos fue el genial Alfonso Guerra, aunque el señor Álvarez no tiene ni un atisbo del ingenio y la rapidez del otrora colega de Felipe González. Para eso hay que valer. Para soltar tontadas vale cualquiera, sólo que tienen que colar al menos de vez en cuando.

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