jueves, 3 de marzo de 2022

La sucesión en Galicia

Hagan sus apuestas...

La euforia en el PP de Galicia es agridulce. Por una parte, eso de que el jefe se vaya a Madrid a dirigir los destinos de la agrupación a nivel nacional es un orgullo para los de la casa, pero por otra deja una sensación de orfandad que la persona que le suceda no tendrá fácil revertir.

Pero hay una tercera corriente de sentimientos, la de los trepas que aún no saben quién será quien herede el trono de Feijóo y por tanto están a la expectativa, con esa mezcla que he visto tantas veces de querer hacer la rosca al sucesor tamizada por el miedo a equivocarse de caballo ganador y, por lo tanto, de apostar por quien no es y después no recibir la consabida recompensa. Estoy bastante desconectado del tema interno del PP, pero si tuviera que elegir a un sucesor probablemente señalaría a Pedro Puy.

Puy es docente universitario y de hecho fue mi profesor en la facultad de Ciencias Políticas de Santiago durante un par de años, y de los mejores que tuve, a pesar de que me daba una materia que jamás me llamó la atención (economía política). Evidentemente él no recordará a uno de los cientos de alumnos que tuvo, pero yo sí me quedé con su imagen y recuerdo su amabilidad, su sentido del humor y el mérito de haber logrado convertir un peñazo de asignatura en algo tolerable. 

Si quiere suceder a Feijóo tendrá que buscar un equilibro entre la modestia y dar un paso adelante, entre el “domine, non sum dignus” y la imagen del líder que se busca para ese tipo de puestos… y ver qué decide el presidente saliente, porque en esas cosas hay mucha competencia y muchas presiones.

La política es así. Estuve muchos años militando en el PP y muy metido en dos campañas electorales locales (las de Manuela López Besteiro de 2003 y de Joaquín García Díez en 2007) y no se pueden imaginar las puñaladas que había para entrar en los llamados “puestos de salida” de las listas, y eso que eran para concejal. Ni se me pasa por la cabeza lo que se hará para lograr puestos más jugosos y mejor remunerados.

Dejé el partido hace ya casi diez años, cuando los escándalos de corrupción hicieron que me sintiera incómodo militando en una agrupación que tampoco me atraía a nivel local desde que García Díez dejó la portavocía municpal. Sólo los amigos que tenía (y afortunadamente aún tengo) dentro y la figura de Feijóo retrasaron mi salida que, por otra parte, tampoco es que fuera nada del otro mundo, aunque no esperaba que tuviese la repercusión que tuvo en su día.

Así que ahora veo los toros desde la barrera y más allá de la noticia “grande”, la de que Feijóo hace el camino inverso al de su maestro Fraga (si Don Manuel vino a refugiarse a Galicia tras no lograr alcanzar sus objetivos en las Cortes, Feijóo intentará llegar a la Moncloa con el aval de sus mayorías absolutas en nuestra tierra y el no tener diputados de Vox o Podemos en Santiago), me llama la atención el futuro de lo que pasará aquí, ya que no hablamos sólo de sustituir al presidente de un partido, sino al Presidente de la Xunta, el de todos los gallegos.

Les deseo mucha suerte en su elección y mucho acierto, porque el futuro nos va en ello a todos.

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