La exigencia del Gobierno Local de que los industriales hagan un mínimo de 53,5 horas a la semana ha provocado su más que razonable enfado. |
En respuesta a las “explicaciones” ofrecidas ayer por elGobierno Local sobre los abusivos horarios que se imponen a los industriales de la Plaza y el Mercado, desde la Asociación Lugo Monumental, la asociación más representativa de los industriales de la Plaza de Abastos y el Mercado de Quiroga Ballesteros, queremos aclarar lo siguiente:
Hay comerciantes que llevan en la Plaza o el Mercado desde mucho antes de que la nueva ordenanza fuera aprobada por lo que la excusa de que “aceptan las bases” no es razonable. En todo caso, un abuso es un abuso independientemente de cuándo se produzca, y pretender que un trabajador autónomo esté un mínimo de 60 horas semanales en su puesto lo es. A las 53,5 horas semanales que han de hacer para cumplir los disparatados horarios hay que sumar la limpieza del puesto que, según el artículo 5º de la ordenanza, se ha de realizar fuera de dichas horas.
Afirma el Gobierno que los horarios no obligan a “permanecer en el puesto de atención al público sino que pueden contratar a personal”. Decir eso es desconocer no sólo la realidad económica de muchos de los puestos de la Plaza y el Mercado que hace inviable la contratación de personal, sino también la obligación que el artículo 24 de la ordenanza impone de prestar el servicio de forma “personal”. Para disipar cualquier duda sobre el alcance de esa obligación se exime de la misma a quien tenga la explotación de más de un puesto, ya que sería imposible que estuviera en dos lugares al mismo tiempo, por lo que sí, han de estar continuadamente en el puesto.
Se han obsesionado con que la Plaza y el Mercado abran por
las tardes, ignorando que más allá del horario matinal obligatorio la mayoría
de los placeros han de ir antes para preparar su mercancía, por lo que hacen
muchas más horas de las que, desde los cómodos despachos de las concejalías, se
pueden imaginar. La empatía brilla por su ausencia.
Sólo cabe, una vez más, solicitar que el Gobierno abra con los industriales de la Plaza y el Mercado un diálogo que se lleva años pidiendo y que se adapte la ordenanza no sólo a la realidad de estos espacios, sino al más elemental sentido común. Hay que permitir que estos trabajadores tengan vida más allá de su negocio. No es mucho pedir.
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