lunes, 16 de enero de 2023

Hipersensibilidad - Por José Luis Ramudo

Imagen de portada de José Luis Ramudo en redes sociales. Me ha parecido la perfecta para ilustrar su imprescindible artículo.

Es muy poco frecuente que traiga a este blog artículos de otras personas, pero no me he podido resistir tras leer el impecable artículo de José Luis Ramudo que explica muchas cosas de por qué los políticos saltan como hienas cuando se les tocan determinados temas.

La pasada semana sufrí las iras del Gobierno Local por dar unos datos que no les gustaron sobre aparcamientos... pues vayan preparándose porque pronto habrá segunda parte.


Hipersensibilidad

Por José Ramudo en El Progreso

A unos meses de las elecciones, las batallitas de los partidos se recrudecen en una guerra ajena a los ciudadanos

Es como el amor. Está en el aire. Se percibe casi como una variación de la presión atmosférica. Como esa especie de vibración que carga de tensión el ambiente en los momentos previos a una tormenta eléctrica. No hace falta ser un individuo con los sentidos a flor de piel. Ni siquiera una persona demasiado perspicaz para notarlo. Hablo de esa hipersensibilidad que altera los sentidos de la vida política en los meses previos a una convocatoria electoral. Todo se examina. Todo se evalúa. Todo se interpreta. Casi todo se analiza y se mide en función de los intereses de los partidos políticos y de las posibilidades de los distintos candidatos. Se hacen grupos. Se clasifica a las personas, a los medios de comunicación, a las instituciones, incluso a las empresas y a los colectivos sociales. Se ponen etiquetas, aparentes o invisibles para el ojo inexperto. Son amigos o enemigos. Son de los nuestros o son de los otros. También se hacen cábalas. Se echan números. Sumas y restas. A veces las cuentas solo dan en la cabeza del contable. En ocasiones se aproximan bastante a la realidad impepinable que determina el escrutinio de las urnas.

Son momentos en los que la ansiedad impulsa la actividad institucional. También la presencia de los señores políticos en los lugares más insospechados. Los buenos alumnos quieren hacerse notar y los malos que se perciba menos su desidia o manifiesta incapacidad. Se disfraza como principios lo que no deja de ser sectarismo. Se trata de acentuar las virtudes y de mitigar los defectos. Se acaba el curso. Llega el examen. Aquellos que han estudiado y han hecho sus tareas en tiempo y forma no pueden evitar el nerviosismo que provoca la incertidumbre. Les pasa a muchos estudiantes. El temor a que el trabajo realizado con esfuerzo durante mucho tiempo quede arruinado por un mal día. Aquellos que llegan a la prueba con las materias a medias no pierden tampoco la esperanza de superar la reválida. De que suene la flauta. La autocrítica brilla por su ausencia, al menos en público, y nunca faltan palmeros para trovar los logros mitológicos de sus líderes.

Todos se juegan mucho. Es una pelea individual, pero también una lucha colectiva. Mantener la estructura de los partidos implica necesariamente tocar poder. Acceder a la llave que abre la caja del dinero público y a la posibilidad de ir colocando a los afines. El candidato o candidata pone la mejilla, para recibir el beso o encajar la bofetada, pero otras muchas personas hipotecan su futuro a corto plazo en función de los resultados de las urnas. Algunas, incluso, hacen de la política su única profesión. Su medio de vida. Son, sin lugar a dudas, las que más tienen que perder, por razones obvias. Las organizaciones cuidan normalmente de los suyos, al menos de aquellos que no se quedan en el camino, por jugar mal sus cartas o por dar algún que otro paso en falso. Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. Ahora bien, si las raíces no están profundamente hundidas en la tierra, un temporal puede hacer que el tronco que te amparó durante un tiempo acabe por aplastarte la cresta en su precipitada caída.

Sin duda, es esa hipersensibilidad que eriza la piel de nuestros políticos la que explica algunos sonoros encontronazos en las últimas semanas, como el que han protagonizado el gobierno local y Lugo Monumental a cuenta de los aparcamientos públicos del centro histórico o la escaramuza de la alcaldesa con el delegado de la Xunta en relación con la factura de la intermodal y la urbanización de su entorno. Los nacionalistas aseguran que han cumplido el cien por cien de su programa electoral en estos años y los populares afirman que el bipartito tiene a la ciudad paralizada y sumida en la penumbra. La hipérbole es propia también de estos tiempos. Es curioso, nuestros representantes públicos siguen enzarzados en sus batallitas, pero cada vez estoy más convencido de que esa no es la guerra de los ciudadanos.

Enlace al artículo de José Luis Ramudo publicado en El Progreso del 15 de Enero de 2023

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