La vida es cambio. No siempre nos gusta pero es lo que hay. Decimos que queremos escapar de la rutina y de la monotonía pero realmente nos vuelve locos que el mañana sea previsible porque nos hemos acostumbrado a que las sorpresas no tienen por qué ser agradables. Pero no queda otra.
Me estoy planteando seriamente incluso tomarme unas vacaciones del blog. No se preocupen (si es que pensaban hacerlo) porque no se trata de colgar la tecla, sino de un breve periodo de descanso. Tengo un par de cosillas en mente que hacer y prefiero tener las menores distracciones posibles, pero ya veremos. Si durante unos días no publico nada ya saben por qué es.
La vida es cambio, les decía. Para bien y para mal. Lógicamente lo peor es cuando perdemos a la gente que nos importa sin posibilidad de recuperarla, y eso es posible que sea otra de las cosas que no valoramos hasta que nos pasan. Cuando nos damos cuenta de que decir “te quiero” a quien quieres no es vergonzoso sino liberador a veces ya es demasiado tarde y solo nos queda arrepentirnos. Si de algo estoy seguro es de que lamentas más lo que no haces que lo que haces.
Puede que esté melancólico, y me salga un artículo sensiblero, no se lo discuto. Nadie es de piedra y si no tuviera un disgusto por todo lo que dejo atrás con el 2015 querría decir que tampoco le daba importancia a lo que tenía, y se la daba. El Verruga marcó la vida de toda nuestra familia durante tres generaciones, y Lugo Monumental, en menor medida, la mía estos últimos años. Claro que los echaremos de menos.
Pero toca mirar adelante y ver qué tenemos en el futuro y aprovechar lo bueno de aquella frase que decía Escarlata O’Hara en Lo que el viento se llevó: “ya lo pensaré mañana… mañana será otro día”.
Mañana termina el año 2015, y con él se cierra una etapa importante tanto en mi vida como en la de mi familia. El cierre del Verruga por la jubilación de mi madre evidentemente marcará un antes y un después en nuestro día a día y confío en que sea para bien, porque mis padres por fin podrán hacer una vida más tranquila, más normal, disfrutando de cosas que otros dan por sentadas. Ahí tengo que decir que al haber vivido eso desde pequeño siempre he apreciado el tiempo libre y es algo que todo el mundo debería reflexionar.
Esta tarde también dejo la asociación Lugo Monumental, como adelantaba estos días. Evidentemente supondrá un cambio importante para mí, porque para qué les voy a engañar, ha supuesto un importante altavoz que pude utilizar para opinar, proponer e incluso criticar cosas que me parecían relevantes en esta ciudad, o al menos en lo que atañe al casco histórico. Hasta me sirvió para hacer actividades que por uno mismo serían imposibles. Casi siempre fue un placer, pero sin duda siempre fue un honor haber representado a estos compañeros de la zona monumental a los que deseo la mejor de las suertes, y especialmente a David, quien previsiblemente a partir de hoy será el nuevo presidente de la asociación.
Me estoy planteando seriamente incluso tomarme unas vacaciones del blog. No se preocupen (si es que pensaban hacerlo) porque no se trata de colgar la tecla, sino de un breve periodo de descanso. Tengo un par de cosillas en mente que hacer y prefiero tener las menores distracciones posibles, pero ya veremos. Si durante unos días no publico nada ya saben por qué es.
La vida es cambio, les decía. Para bien y para mal. Lógicamente lo peor es cuando perdemos a la gente que nos importa sin posibilidad de recuperarla, y eso es posible que sea otra de las cosas que no valoramos hasta que nos pasan. Cuando nos damos cuenta de que decir “te quiero” a quien quieres no es vergonzoso sino liberador a veces ya es demasiado tarde y solo nos queda arrepentirnos. Si de algo estoy seguro es de que lamentas más lo que no haces que lo que haces.
Puede que esté melancólico, y me salga un artículo sensiblero, no se lo discuto. Nadie es de piedra y si no tuviera un disgusto por todo lo que dejo atrás con el 2015 querría decir que tampoco le daba importancia a lo que tenía, y se la daba. El Verruga marcó la vida de toda nuestra familia durante tres generaciones, y Lugo Monumental, en menor medida, la mía estos últimos años. Claro que los echaremos de menos.
Pero toca mirar adelante y ver qué tenemos en el futuro y aprovechar lo bueno de aquella frase que decía Escarlata O’Hara en Lo que el viento se llevó: “ya lo pensaré mañana… mañana será otro día”.
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