Todos los años nos “quejamos” de que la Navidad cada vez comienza antes. El problema no son los adornos ni los turrones en el supermercado, sino el bombardeo de anuncios de juguetes y colonias, entre otras cuestiones más o menos cargantes, que nos hacen sufrir a los ciudadanos cuando termina noviembre.
Además, hay una parte importante de la población a la que no le gusta la Navidad. Son unos días en que tanta felicidad enlatada y tanta obligación de estar con la familia hace que quienes están solos por la cuestión que sea acusen más aún ese aislamiento. También para gente que va peinando canas (me incluyo) la Navidad ha perdido una parte de su encanto porque te obliga a recordar a quienes no están con más intensidad, como si el calendario se quisiera reír de ti y hacerte echar de menos en público a quien ya echabas de menos la mar de bien en privado.
Pero como casi todo en esta vida, es una cuestión de puntos de vista. El ambiente navideño tiene un componente comercial evidente, que incluso ya superado con creces a la parte religiosa. No sé yo cuánta gente relaciona la Navidad con el nacimiento de Jesucristo, que encima por lo que nos cuentan nació en septiembre o abril (depende de en qué web “científica” lo consulten), pero desde luego todo el mundo la une a los regalitos y las reuniones familiares. No es poco, me refiero a la segunda parte.
Como en mi casa hemos tenido una vida familiar un poco surrealista por aquello de la hostelería, alforja de la que nos libraremos todos (para bien o para mal) este viernes con el cierre del Verruga por jubilación de mi madre, este año será el primero de nuestras vidas en que tengamos una Navidad “normal”, con tiempo, partida en los rellenos del Círculo y cena en casa como todo el mundo así que ya les contaré si la experiencia es buena, que me imagino que sí porque algunos en casa llevan esperándola más de 60 años. Pero en general se suele hablar bien de estas cosas.
Avda Coruña iluminada... pero no este año por ahora Foto de La Voz de Galicia |
Es llamativo porque el año pasado cambiaron de sistema. Verán, habitualmente los comercios pagaban una parte importante de los arcos de luces que se ponen por las calles y el Ayuntamiento la electricidad, y se ponían antes del puente. En 2014, por razones que nadie conoce pero que algunos podemos sospechar, eliminaron esa colaboración por parte de los empresarios y decidieron pagar unilateralmente las luces desde el Ayuntamiento, para sorpresa de todos. Y ahora aducen razones económicas para encender más tarde. Me lo expliquen.
Sin luces como estas hasta el 15 o el 18 Foto: La Voz de Galicia |
Aquí hay un obvio problema de gestión y de racionalidad. Lo primero es grave porque se debe a la pereza o a motivaciones espurias que nadie ha explicado. Lo segundo es peor porque denota una falta de inteligencia que es peligrosa en quienes tienen las riendas de nuestro futuro.
En cualquier caso Las Termas y Abella estarán encantadas con la decisión municipal de tener la ciudad a oscuras “navideñamente” hablando. Ellos sí tienen sus lucecitas que atraen a los compradores como si fueran polillas, y lo saben muy bien porque de lo contrario no gastarían fuertes sumas de dinero en adornar sus catedrales del consumo.
Y el resto… El resto que se jodan, que total el comercio pequeño no es importante para el Ayuntamiento.
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