¡Vaya fin de semana! ¡Y lo que queda! Mientras medio país está pendiente de las elecciones, debates y demás hierbas en mi casa nos hemos estado despidiendo del Verruga, que como ya sabrán (sobre todo si me leen de vez en cuando) cerró el viernes sus puertas para siempre.

José Luis Puga, del Anda, Ramiro, un histórico que se marchó a prosperar con su negocio a Asturias, José Romay, del Tosar, Daniel Romay, de Taberna Daniel, y Adolfo y Arturo que habían abierto en su día el añorado “dos de copas”, fueron los representantes de esta generación de las “de toda la vida”.

Lo pasamos muy bien, la verdad, y como no podía ser menos nos contaron anécdotas que ni siquiera mi madre conocía de la época de mis abuelos Cándido y Emilia. Es como cuando les contamos mi hermana y yo gamberradas que hacíamos de pequeños y de las que nunca se enteraron. Ahora los delitos ya están prescritos y queda solamente la parte graciosa.
El cierre del Verruga supone muchas cosas pero principalmente un cambio de vida para toda la familia, obviamente para mis padres en primer lugar. También, a efectos de este blog, supone que si pensaban que era libre hablando verán ahora, porque hasta yo me corto a veces por si alguna cosa puede ser inoportuna o se puede entender como consecuencia de intereses espurios, que es como se llama ahora a las conveniencias.
Les dije el otro día que no haría una serie de artículos de despedida del Verruga y no lo haré, si bien tiene cierta lógica que alguna cosilla se vaya deslizando.
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Con la mesa puesta por última vez, para la familia y la plantilla |
Mañana volveremos a hablar de la campaña, que además hoy toca debate a dos y tengo ganas de verlo.
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