Cuando en el Círculo hay un concierto de calidad el Salón Regio se llena. Cuando en el Círculo canta Noemi Mazoy el Salón Regio no se llena, rebosa.
Es ya una tradición consolidada de Lugo la del concierto navideño de Noemi Mazoy, y empieza a serlo en este blog que al día siguiente de la actuación yo ensalce la voz de esta maravillosa mujer. Pues las tradiciones están para cumplirse así que me van a permitir que hoy me dedique a contarles lo que se han perdido si no estuvieron allí. Si fueron al concierto verán que no le hago justicia, pero es que es muy difícil transmitir como lo hace ella.
Hay voces prodigiosas que no nos dicen nada, que cuando cantan son un portento de técnica y calidad pero que no consiguen emocionar. La de Noemi es de las primeras, con una pureza y un tono inigualables, pero por suerte no de las segundas. Si algo hace es emocionar.
Siempre que he ido a un concierto de Noemi he llorado. Suena raro en un tío de 40 años decir esto en público, pero oigan, aquí estamos en confianza ustedes y yo, y además es literalmente cierto. No he podido nunca evitar emocionarme con su voz, cosa que no me pasó con conciertos de personas supuestamente “mejores” como Montserrat Caballé, que me gustó pero nada más.
Probablemente influya haber conocido a Noemi en persona y saber que sea dulzura que transmite, esa tranquilidad, esa paz, no son una pose sino la exteriorización de la maravillosa persona que es.
El de ayer, por si esto fuera poco, fue un concierto especial para mí. A iniciativa de Noemi escribí unas breves palabras sobre “paraísos perdidos”, en referencia a lugares de Lugo que ya no están: el Gran Teatro, la Farmacia La Salud, Ynsua… y el Verruga. Mi madre no sabía nada y fue una gran sorpresa para ella, que la emocionó. Y cuando la segunda parte del texto, que hacía referencia a las personas que ya no están con nosotros se ilustró con una preciosa foto de ella con mi abuela, entenderán que la cosa fue a más. Ese es el tipo de actos de cariño, desinterés y generosidad de Noemi, que quiso hacer ese homenaje a mi familia, cosa que le agradeceré toda la vida.
También fue mi despedida de Lugo Monumental, el último acto público en que apareceré como presidente de la Asociación. Aquí he de decir que Noemi me pidió que preparara un texto para saber cómo fue la historia de la asociación estos años, pero en teoría no era para leerlo. Confieso que cuando lo leyó me quedé un poco incómodo porque parecía un poco de “autobombo” de la actual directiva, pero bueno, lo hecho hecho está. Creo que lo importante es que los compañeros de la zona sean conscientes de la importancia de mantener una Asociación que aún tiene lo mejor que dar de sí. Pero de eso ya hablaremos.
Hoy solamente quiero centrarme en el concierto.
Supongo que imaginan que en estos tiempos los medios de grabación son de primer orden, y por ejemplo una mesa de control de sonido tiene capacidad para grabar todo en un lápiz USB. Por eso llevé uno para grabar el concierto… pero falló y no se grabó absolutamente nada. Me dio una pena momentánea, porque me habría gustado conservarlo, pero luego estuve pensando que realmente estamos acostumbrándonos mal con ese tema.
Ya me parece grave estar durante todo un concierto, una boda o un acto cualquiera más pendiente de grabarlo bien con el móvil que de disfrutarlo, pero esa obsesión por enlatar, etiquetar, perpetuarlo todo es una tontería tan grande sino mayor.
La vida son momentos, buenos, malos y neutros. Pretender guardar los buenos en una caja para cuando los necesites lo único que hace es quitarles algo de brillo, porque parece que te puedes permitir “distracciones”… total… ya lo tienes para cuando quieras. Lo bonito de ciertas cosas es precisamente su fugacidad.
Un concierto es una experiencia única, porque no se puede repetir exactamente igual. Cuando vayan a uno olvídense de todo lo demás y disfrútenlo. No podrán colgarlo en Youtube ni en Facebook, pero eso no nos lo llevamos si es que nos vamos a algún sitio. En caso de tener equipaje serán las vivencias y los recuerdos, y el de ayer será uno de los grandes.
Gracias Noemi.
Feliz Navidad a todos.
Es ya una tradición consolidada de Lugo la del concierto navideño de Noemi Mazoy, y empieza a serlo en este blog que al día siguiente de la actuación yo ensalce la voz de esta maravillosa mujer. Pues las tradiciones están para cumplirse así que me van a permitir que hoy me dedique a contarles lo que se han perdido si no estuvieron allí. Si fueron al concierto verán que no le hago justicia, pero es que es muy difícil transmitir como lo hace ella.
Hay voces prodigiosas que no nos dicen nada, que cuando cantan son un portento de técnica y calidad pero que no consiguen emocionar. La de Noemi es de las primeras, con una pureza y un tono inigualables, pero por suerte no de las segundas. Si algo hace es emocionar.
Siempre que he ido a un concierto de Noemi he llorado. Suena raro en un tío de 40 años decir esto en público, pero oigan, aquí estamos en confianza ustedes y yo, y además es literalmente cierto. No he podido nunca evitar emocionarme con su voz, cosa que no me pasó con conciertos de personas supuestamente “mejores” como Montserrat Caballé, que me gustó pero nada más.
Probablemente influya haber conocido a Noemi en persona y saber que sea dulzura que transmite, esa tranquilidad, esa paz, no son una pose sino la exteriorización de la maravillosa persona que es.
El de ayer, por si esto fuera poco, fue un concierto especial para mí. A iniciativa de Noemi escribí unas breves palabras sobre “paraísos perdidos”, en referencia a lugares de Lugo que ya no están: el Gran Teatro, la Farmacia La Salud, Ynsua… y el Verruga. Mi madre no sabía nada y fue una gran sorpresa para ella, que la emocionó. Y cuando la segunda parte del texto, que hacía referencia a las personas que ya no están con nosotros se ilustró con una preciosa foto de ella con mi abuela, entenderán que la cosa fue a más. Ese es el tipo de actos de cariño, desinterés y generosidad de Noemi, que quiso hacer ese homenaje a mi familia, cosa que le agradeceré toda la vida.
También fue mi despedida de Lugo Monumental, el último acto público en que apareceré como presidente de la Asociación. Aquí he de decir que Noemi me pidió que preparara un texto para saber cómo fue la historia de la asociación estos años, pero en teoría no era para leerlo. Confieso que cuando lo leyó me quedé un poco incómodo porque parecía un poco de “autobombo” de la actual directiva, pero bueno, lo hecho hecho está. Creo que lo importante es que los compañeros de la zona sean conscientes de la importancia de mantener una Asociación que aún tiene lo mejor que dar de sí. Pero de eso ya hablaremos.
Hoy solamente quiero centrarme en el concierto.
Supongo que imaginan que en estos tiempos los medios de grabación son de primer orden, y por ejemplo una mesa de control de sonido tiene capacidad para grabar todo en un lápiz USB. Por eso llevé uno para grabar el concierto… pero falló y no se grabó absolutamente nada. Me dio una pena momentánea, porque me habría gustado conservarlo, pero luego estuve pensando que realmente estamos acostumbrándonos mal con ese tema.
Ya me parece grave estar durante todo un concierto, una boda o un acto cualquiera más pendiente de grabarlo bien con el móvil que de disfrutarlo, pero esa obsesión por enlatar, etiquetar, perpetuarlo todo es una tontería tan grande sino mayor.
La vida son momentos, buenos, malos y neutros. Pretender guardar los buenos en una caja para cuando los necesites lo único que hace es quitarles algo de brillo, porque parece que te puedes permitir “distracciones”… total… ya lo tienes para cuando quieras. Lo bonito de ciertas cosas es precisamente su fugacidad.
Un concierto es una experiencia única, porque no se puede repetir exactamente igual. Cuando vayan a uno olvídense de todo lo demás y disfrútenlo. No podrán colgarlo en Youtube ni en Facebook, pero eso no nos lo llevamos si es que nos vamos a algún sitio. En caso de tener equipaje serán las vivencias y los recuerdos, y el de ayer será uno de los grandes.
Gracias Noemi.
Feliz Navidad a todos.
precioso
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