Aglomeraciones el sábado día 2 de enero, igualitas que las de junio. No aprendemos. Foto: La Voz de Galicia |
Qué más quisiera yo que el primer artículo de este nuevo año fuera en tono optimista, pero no es el caso. No sé si es algo genérico o sólo me pasa a mí, pero comienzo este año 2021 cansado, lejos de esa sensación de ánimo y de ilusión por estrenar un calendario que otros años sí suelo tener y que en esta ocasión me resulta ajena. En estas dos últimas semanas he disfrutado de las primeras vacaciones “en serio” desde 2019, y pensé que eso me ayudaría a empezar el año con buen pie, pero no, no está siendo así.
Estamos fatigados de pandemia, de mascarillas, de preocupaciones, de tensión… la vacuna que se ha comenzado a distribuir es una gran esperanza, pero no lo suficientemente ilusionante como para que sintamos que el peso de la losa que tenemos encima se aligere demasiado.
A probablemente incremente este pesimista estado de ánimo con el que comienzo el 2021 ver las imágenes que estos días se han publicado en diversos medios de la chavalada haciendo el ganso en las calles de nuestra ciudad, a lo que se une las que no se publican porque son en sitios más oscuros como el parque de Rosalía o el Carmen, ubicaciones en que todos (salvo la policía por lo que se ve) sabemos perfectamente que hay botellones día sí día también. Pero la culpa es de los bares, ya saben. En Junio de 2020 hubo imágenes exactamente iguales y se montó un gran escándalo... que no sirvió de nada porque volvemos a las andadas. Da igual, qué más da...
Me choca muchísimo que en lugar de preocuparse cada cual por lo que hace con su propia seguridad estemos linterna en mano a la caza de culpables ajenos. La víctima más fácil de localizar son los bares, claro está, porque “tienen la culpa por vender alcohol”, como si las gasolineras fueran las responsables de las muertes por exceso de velocidad en las carreteras. Es la naturaleza humana, y concretamente la española: en lugar de responsabilizarnos de nosotros mismos preferimos tirar de chivo expiatorio para dormir mejor.
Pues no, señores míos. Los papás y mamás de esos críos pasan de todo. Es más me juego algo a que les financian las borracheras porque estoy seguro de que mayoritariamente los chicos no se pagan trabajando las botellas que compran en el supermercado y llevan en bolsas a los parques (y que nadie entienda que culpo a los vendedores, que si despachan licores a mayores de edad no tienen responsabilidad alguna). Pero es más fácil decir que la culpa es de Papá Estado, los bares o el cha cha chá. Cuando en unos días nos decreten nuevos cierres porque hemos sido tan imbéciles como para tomarnos esto a chirigota (otra vez) protestaremos.
Comienza un 2021 con los vicios del 2020, las cargas y las preocupaciones, y sólo con un atisbo de esperanza en unas vacunas que todos esperamos como el Santo Advenimiento y que poco a poco nos van matizando que no serán la panacea y nos permitirán sacarnos las mascarillas al día siguiente del pinchazo.
Tenemos para un ratito con todo esto así que el mensaje clave es sencillo: no bajen la guardia.
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