viernes, 30 de mayo de 2014

¿Y ahora qué le dirían al Alcalde de Pedrafita si hubiera dimitido?

Hablábamos el otro día del caso de las multas y hoy vuelve a ser actualidad. Se han rebajado las peticiones de pena a los acusados y se han retirado las acusaciones de otros investigados. 

Sobre lo primero hay que decir que parece un poco más proporcional pedir para alguna persona 15 meses que siete años, porque francamente, con todo lo que pasa en este país que se intente meter lustro y pico a alguien en la cárcel por quitar una multa parece exagerado como mínimo. La multa vale, la inhabilitación es obvia, pero vamos, ni que hubieran traficado con droga en los sótanos de Tráfico. 

José Luis Raposo, Alcalde de Pedrafita - Foto de El Mundo
En cuanto a lo segundo viene a apoyar la tesis que siempre he defendido de la defensa férrea de la presunción de inocencia. José Luis Raposo, alcalde de Pedrafita, fue exonerado de los cargos de que se le acusaba y se marchó a su casa limpio de polvo y paja. ¿Qué habría pasado si, como mucho irresponsable que anda por el mundo, hubiera dimitido cuando se le imputó? Pues sencillo: que Pedrafita habría perdido al alcalde que eligió porque alguien le acusó de algo que luego se demostró que no era cierto. 

En este momento tan convulso, en que parece que o eres un chalado que defiendes a Podemos como si fueran la Panacea o un chalado que atacas a Podemos como si fueran el demonio, nos vamos a los extremos en manada. Yo mismo critico a Podemos pero no por los motivos que se aducen por ahí (cosas tan surrealistas como si el tal Pablo Iglesias compra la ropa en Alcampo o usa un iPhone) sino por las tesis que defienden que, en mi opinión, son indefendibles en democracia, al menos si queremos que esto siga siendo una democracia. 

A ver, que me desvío. Lo que quiero decir es que en estos momentos de continuo terremoto político y social el ciudadano medio, con la complicidad y, si me apuran, el liderazgo de una prensa irresponsable y amarillista, se ha obsesionado con ciertas cosas puntuales que en unos casos son anecdóticas y en otros directamente barbaridades. Entre estas últimas está sin duda la de la dimisión de los imputados. 

Podría llegar a entender que se modifique la legislación para que un juzgado pudiera tomar medidas cautelares de separar de su cargo a alguien si la investigación apunta a su implicación en una trama corrupta o algo así. Incluso estaría dispuesto a aceptar que esa separación sería positiva para la investigación. Pero tendría que ser en casos muy obvios ya que estaríamos hablando de una perversión de la democracia, ya que un cargo no electo, es decir un juez, estaría poniendo en tela de juicio la validez de la elección de alguien aupado por los votos. 

El caso del señor Raposo, al que por cierto no conozco y que era del PSOE, ilustra perfectamente las consecuencias de la acusación que más tarde se retira. ¿Le devolverían la alcaldía ahora que se ha demostrado que es inocente? ¿Se le indemnizaría o compensaría de alguna manera? ¿Y ahora qué le dirían si hubiera dimitido? ¿No hay algo de “que se joda” porque es “un político” en todo esto? Francamente creo que sí. 

En este país sufrimos un mal bastante acusado de mala leche. A veces parece que lo importante no es quien gana si no quien pierde las cosas. Que los seguidores del Barcelona siguieran la final de la Champions con más interés que muchos del Real Madrid o el Atlético de Madrid tiene guasa, y que sufrieran lo indecible cuando ganó su archienemigo es ridículo. Con las elecciones europeas pasó algo parecido: más que del ascenso de algunos partidos hubo una alegría más o menos generalizada por el descenso de otros, si bien en este caso es más entendible el castigo electoral porque nos jugamos bastante más que en la final de la Champions por increíble que parezca ante la expectación generada por un tema y otro. 

Pues miren, me alegro por el Alcalde de Pedrafita de que no dimitiera. Es inocente hasta que se demuestre lo contrario y no se ha demostrado, sino que se ha retirado la acusación. Punto.

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