lunes, 26 de mayo de 2014

Parece que celebrar con sentidiño no es celebrar

Más de 200 heridos, concretamente 233, en la celebración de la victoria del Real Madrid en la Champions. Se dice pronto. Y yo vi a uno de ellos en vivo y en directo, y diré que lo de “leve” se queda un poco corto, aunque tampoco es que su vida corriera peligro.

Estábamos cenando en una terraza de la plaza Jacinto Benavente y la final estaba ya en la prórroga tras el empate del Madrid. Cuando marcaron el segundo gol un chaval, disfrazado de jugador (ya saben, vemos normal que la gente se vista de Cristiano Ronaldo para ver un partido en un bar) salió a la calle y, eufórico, no tuvo otra ocurrencia que tirar el vaso que tenía en la mano al aire, con tan mala pata que le dio a una señora en la cabeza.

La mujer siguió andando un poco, llevándose las manos a la cabeza, y cuando las vio cubiertas de sangre se asustó, como es lógico. Nos levantamos a atenderla y la verdad es que la cosa era como para asustarse. Ya saben que las heridas en la frente sangran muchísimo, y la pobre mujer estaba como si le hubieran abierto la cabeza con un hacha. Imagino que se asustó incluso más de la cuenta porque ella misma no veía que la brecha era pequeñita, sólo notaba sangre y más sangre.

Como es lógico llamaron a emergencias y aparecieron varios policías y un par de ambulancias (siempre me sorprende el “mejor de más que de menos” en ciertas situaciones) y atendieron a la señora. También detuvieron al chaval, que iba borracho como una cuba.

Aunque soy poco tolerante con este tipo de cosas he de reconocerle una virtud al chico que tiró el vaso: en lugar de salir corriendo cuando pasó todo, o esconderse entre la multitud (que lo tenía muy fácil) en cuanto se dijo en el bar lo que había pasado (él no se enteró de que le había dado a alguien porque fue tirar el vaso y volver a ver el partido) salió voluntariamente a interesarse por la señora y cuando llegó la policía fue directo a hablar con ellos para decir que había sido él. No disculpa su inconsciencia, pero sí le honra su reacción tras su error.

La policía primero le cacheó y luego le detuvo, lo cual veo normal al haber una persona herida, aunque quizás fueron un poco demasiado espectaculares, esposándolo y sujetándolo entre dos agachándole la cabeza como si fuera un comando unipersonal de ETA. No me entiendan mal, supongo que tendrán sus motivos para actuar así, como quizás evitar una trifulca con los demás miembros de la pandilla del detenido, pero desde fuera se vio un poco exagerado sobre todo cuando el chico, insisto, fue por su propio pie a decir que había sido él.

Quizás será una tontería, una cuestión anecdótica, que refleja lo inconscientes que podemos ser. Imaginen que ese vaso le da mal a la señora y la mata, que todo puede ser… arruinas dos vidas en un suspiro: la de la víctima y la del agresor, que por inconsciente que fuera era agresor, y todo por un gol o un partido. Por importante que éste sea no merece la pena.

Reconozco que a veces envidio esa pasión que siente la gente por el fútbol y otros deportes, a mí no me pasa y supongo que tiene que ser maravilloso cuando va bien. Pero ya ven, también tiene sus peligros porque esas pasiones a veces te hacen cometer una tontería que te puede salir cara. Eso sí, no exageremos porque errores los hemos cometido todos y a veces libramos por los pelos de que pasara algo gordo.

Puede parecer que simpatizo con el chaval del vaso, y es parcialmente cierto. Su reacción me pareció de una nobleza difícil de encontrar, y más en alguien en su estado. Creo que puedo disculpar mejor el error que si hubiera tenido una mala reacción cuando se enteró de lo que había pasado realmente. Lo primero fue un arrebato, lo segundo un acto de valor.

El problema es que parece que celebrar con sentidiño parece que no es celebrar, y que si no se hace alguna barbaridad algunos ven que la cosa queda coja. Supongo que la señora que recibió el golpe no lo verá exactamente así. O quizás sí.

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