lunes, 12 de mayo de 2014

La ventaja de Arias Cañete

Que se celebrara Eurovisión en plena campaña de las elecciones al Parlamento Europeo es mosqueante. Si es parte de una conspiración para animarnos a ir a las urnas puede que hasta funcione, porque gracias al concurso musical hemos visto que cuando hay poca participación o cuando van a votar los frikys (dicho desde el cariño porque yo mismo entro en ese grupo de la mano de Star Trek) sale lo que sale.

Después viene la segunda parte, la de los animalitos que poco menos que lapidarían a la vencedora de Eurovisión o la mandarían a esos graciosos campamentos de verano que montaban los nazis, gas incluido. Creo que hay que ser un poco personas y ser conscientes de que aunque estén convirtiendo Eurovisión en un circo de monstruos sus participantes no son tales, sino que simplemente se adaptan y nos toman el pelo a todos creando personajes que encajan a la perfección en el tinglado.

España colaboró activamente en la degradación de Eurovisión con algunos envíos que hemos remitido, siendo quizás el más simbólico el Chiquichiqui ese que se compara con el pavo, la marioneta y las polacas guarrillas (y no, no es sexismo, si no han visto el vídeo lo buscan en youtube y luego a ver si se atreven a discutírmelo).

Pues con esos mimbres parece que vamos a hacer el Parlamento Europeo. Viendo algunos candidatos que se pretenden enviar, seguimos el mismo camino, y recuerden que los españoles poco podemos decir después de que Ruiz Mateos fuera eurodiputado (de hecho sacó dos “plazas”).

Entre los candidatos-friky destaca con fuerza la señora Valenciano, que por salir en el telediario no sabe qué decir y ha realizado una equiparación entre Jesucristo, el Che Guevara y Felipe González, y se ha quedado tan ancha. No sé si le haría mucha gracia al propio Felipe, que ayer, en plan “carta de González a los Corintios” les ha soltado que no sería malo pactar con el PP y a Valenciano le ha amargado la campaña y le ha dado un bofetón a la candidata que aún le debe resonar en los oídos.

Mandamos también en las listas al flamante exministro lucense, don José Blanco, que de flamante parece que tiene poco visto el escaso éxito de sus convocatorias. Lejos quedan ya los tiempos en que los empresarios hacían cola para inclinarse a besar el anillo ministerial, y no sólo perciben su soledad sino que colaboran activamente en ella. El otro día a una reunión convocada con el “tejido productivo” a la que fueron sólo los que no pueden faltar (representantes de asociaciones empresariales que han de acudir a todo), el señor Blanco llegó más sólo que la una. Y aún está por ver si no acaba pringado en el tema de Angrois por haberse colado en sus decisiones sobre la seguridad del tramo.

El problema real de fondo es que no he escuchado a un candidato, a nadie absolutamente, hablar de Europa en unas elecciones europeas. Como mucho hablan de “vamos a representar a España en Europa” o “somos los únicos que tenemos peso en Europa”, pero de lo que quieren para la Unión Europea ni una palabra. Quizás porque no vende y creo que el 99% de la ciudadanía no distingue la Comisión Europea del Consejo de Europa ni que le den con una directiva en la cabeza.

Pues nada, pondremos una mujer barbuda de presidenta de la Comisión y a ver qué pasa. Lo malo es que a la de Eurovisión no la han elegido por ser la mejor musicalmente, y aquí la trascendencia del tema es ligeramente superior.

Si se pone de moda el tema de la barba Arias Cañete tendrá ventaja en las urnas, salvo que Valenciano se ponga una postiza.

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