El Ayuntamiento de Lugo va a licitar unas casetas para poner en Ramón Ferreiro y la plaza de Nemesio Cobreros, que tal vez ustedes no sepan que es el nombre dado a la que está junto a la antigua cárcel. Aunque la concejala del ramo niega la relación entre ambos asuntos, parece que una de las intenciones es alejar a los “manteros” de las zonas donde se instalaban (si no es por eso, también es casualidad que justamente liciten esas zonas).
El problema es que no se trata de alejar a la gente o de esconderla, sino de solucionar un problema que la dejadez municipal ha permitido que fuera en aumento durante años, hasta llegar a la situación de descontrol actual.
Evidentemente no existen las personas ilegales, sino las actividades ilegales. Siempre me ha molestado profundamente lo de usar ese nombre para referirse a un ser humano, porque me parece un término equiparable a lo de “espaldas mojadas”, “morenos” o cualquier otro intento sutil de esconder un obvio racismo.
Gobernar es tomar las decisiones adecuadas y que cumplan con lo que hay que cumplir, es decir las normas vigentes en cada momento. La Ordenanza de Venta Ambulante entre ellas. Pero es más cómodo esconder el problema o alejarlo de tu entorno, que viene a ser como cuando tienes visita y cierras la puerta del dormitorio porque no has hecho la cama. La diferencia es que “la cama”, en este caso, son personas.
De lo que aquí se habla, o se debería hablar, es de que quien ponga un puesto en San Froilán tenga que cumplir un mínimo de condiciones legales para su instalación, cosas como no vender mercancía falsificada, no atar los puestos a los árboles, no instalarse en zonas verdes… vamos, lo que viene marcando el más elemental sentido común. No enfrentar el problema, y tomar medidas que “de rondón” buscan atajar la situación sin tratarla directamente es una táctica como mínimo discutible.
¿Qué efecto tendrá la medida si es la única tomada? El desplazamiento de problema y la instalación de los puestos de venta ilegales en otras zonas y calles de Lugo, con lo que la cosa va a ser, como mínimo, igual de mala.
Esto es similar a lo del lío que tienen con el botellón. Se propone vallar el Parque de Rosalía para evitarlo, cuando lo que se quiere decir es que se pretende desplazarlo a donde no se vea o moleste menos, porque así la gente no protestará… hasta que un coma etílico de un chaval lo mande al hospital o algo peor y luego nos rasguemos las vestiduras.
Pero eso sí, al comerciante de todo el año, el que paga sus impuestos en Lugo y da trabajo en Lugo lo machacan a normativas. Lo de la igualdad ante la ley parece que no está de moda.
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