lunes, 12 de enero de 2015

Un acierto de Besteiro, un dilema de Castiñeira

¡Y sin bola de cristal! A lo mejor es que Besteiro leyó mi artículo y le gustó la idea de no volver a presentarse a la Presidencia de la Diputación de Lugo. Como dicen los americanos en las películas: “recuerden que lo leyeron primero en www.desdelugo.es” (permítanme un poco de autobombo). El 22 de septiembre fue la fecha, y ya ven que a pesar de que la mayoría decía que era imposible… ahí lo tienen. Debería pedir una columna de analista político en algún medio de comunicación jejeje.

Pero a lo que vamos, Besteiro, en mi opinión, ha acertado. Les decía hace unos meses que tenía tres opciones y desarrollaba más la tercera, que es la que yo habría elegido y la que él ve más razonable: renunciar a la Diputación y centrarse en la política autonómica.

No hay nada como quedarse en la calle unos meses para que la gente vea que no estás ahí acumulando cargos o necesitado de pasar de uno a otro con la famosa puerta giratoria, aunque esa expresión se suele usar para hablar de otros movimientos curriculares que ahora no vienen al caso.

Desde luego, lo que no era serio es presentarse a presidir una institución durante unos meses para presentarte al cabo de nada a otra diferente. Eso sí, deja un poco en entredicho lo de las primarias en el PSOE porque parece dar por sentado, igual que su jefe Pedro Sánchez, que será un mero trámite en su carrera a la presidencia de la Xunta en el primer caso y del Gobierno en el segundo. Queda un poco feo, ¿no creen?

Pero a pesar de ese pequeño detalle, el actual líder del PSOE gallego ha dado un golpe importante de efecto, creo yo, y por lo mismo quien ha perdido una excelente oportunidad de hacer algo similar ha sido Jaime Castiñeira, que para intentar alejar el fantasma de ser el paladín de la Xunta en Lugo (papel tremendamente digno, siempre que no te presentes a la alcaldía de una ciudad) sólo tenía una opción: renunciar a su escaño en el Hórreo.

Si lo hace a partir de este momento parecerá que va a remolque del aún Presidente de la Diputación de Lugo y si no lo hace seguirá sufriendo con su sambenito de poner los intereses de su partido, o del gobierno autonómico al que sostiene como diputado, por encima de los de la ciudad cuando hay conflictos, que los hay.

El votante es egoísta, por malo que sea decirlo públicamente, y mete la papeleta pensando en lo que cree que es mejor para él y sus intereses… y hace bien, es su obligación. Y si no lo hace es que no sabe votar, para qué nos vamos a engañar, que el voto es secreto y sólo tu conciencia sabe qué papeleta coges a la hora de meterte en la cabina.

Si damos por cierto este axioma entenderemos con facilidad que todo el que elige a un alcalde lo hace pensando en que éste defienda los intereses de su ciudad, porque para ser escudero de otras causas hay foros diferentes a los que ser elegido, como el Parlamento de Galicia, el Congreso de los Diputados o el Senado. Esto no tiene mucha discusión, entiendo yo.

Por lo tanto, el doblete aparentemente inocente de concejal y diputado se convierte en una fantástica arma de los contrincantes contra quien será, presumiblemente, candidato y diputado.

Dice la Biblia, con bastante sentidiño, que “nadie puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro; será leal a uno y despreciará al otro”. Es un mensaje que entra con facilidad porque está lleno de sentido común. Pues siguiendo esa máxima, nadie quiere arriesgarse a que a su Alcalde le dé por servir a otro amo que no sea la ciudad.

Jaime tiene una última oportunidad, aunque el tiempo se agota y en mi opinión ya tendría que haberlo hecho, de renunciar a ser diputado en Santiago para defender su dedicación a Lugo: el día de su nombramiento oficial como candidato, no sea que renuncie a una cosa y le den la patada en la otra. Aun así Besteiro ha tenido el coraje de arriesgarse precisamente a eso, aunque todos sabemos que es un peligro menor ya que es el jefe y si no gana las primarias siempre puede meterse de rondón como diputado “raso”, que tampoco es mal chollo.

La otra opción es que, si prefiere ser diputado, deje la carrera a la alcaldía y se presente otra persona. En cualquier caso es inaceptable el doblete y si lo mantiene le costará, sin duda, las elecciones, lo que no quiere decir que no hacerlo le garantice una victoria que no tiene precisamente sencilla.

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