lunes, 7 de noviembre de 2016

De peleas, botellones y demás hierbas

Fotograma de la "terrible" pelea
Uno tiende a comparar las cosas que lee en la prensa con sus propias vivencias. Por ejemplo, si vamos a hablar de pobreza con los habitantes de algunas partes del mundo que no tienen ni agua literalmente hablando, nuestros criterios les parecerán ridículos. Con el tema de las peleas de los chavales de Lugo me pasa un poco lo mismo, que lo comparo con lo que viví yo y no me parece que la cosa sea para montar este circo.

Antes de que nadie se alarme, no defiendo la cultura del guantazo. De hecho siempre me ha costado comprender ese criterio de partirse la cara para demostrar algo que se supone que no tiene importancia desde que el ser humano se considera civilizado, aunque eso es un decir ya que solamente hemos “refinado” las formas de violencia. Pero nos entendemos.

Se ha montado las de Dios es Cristo porque unos chavales han quedado para liarse a mamporros. Hemos salido en los telediarios como si Lugo fuera una de las zonas más oscuras de México D.F. o Río de Janeiro. Como si eso fuera una cosa aislada de nuestra ciudad, o incluso de este momento histórico.

Seamos sincero, esto ha pasado siempre. Cuando yo estaba en la Aneja recuerdo que se hacían “quedadas” y se organizaban auténticas batallas campales entre diferentes colegios. Los de las Sindicales contra Piringalla, los de Franciscanos contra Maristas, los de la Aneja contra el Rosalía... y en eso participaba quien quería. Yo, que siempre fui bastante poco dado a las proezas de ese tipo, no estuve en una pelea de esas en mi vida pero sabía perfectamente cuándo y dónde las había. Y no eran solo a puñetazos, que había algún chalado que llevaba palos o piedras aunque eso se consideraba una transgresión y los propios compañeros de bando le impedían usarlas.

Cuando algún conocido iba a esos “rituales” y acababa con algún moratón lo explicaba en casa diciendo que se había caído de la bici o que había tropezado con una baldosa. Cualquier cosa antes de reconocer la verdad, porque entonces sabían que a las consecuencias de la pelea se añadirían las del “¡pero tú quieres acabar conmigo!” de casa, que solía pasar por la consabida zapatilla. Si se cargaban la ropa no había escapatoria salvo que fueran buenos inventando excusas. Hoy la madre acabaría en el banquillo.

No siento la más mínima simpatía por este tipo de cosas, así que nadie entienda que lo escrito es una especie de justificación en plan “bah, son chiquilladas”. Sin embargo eso es una cosa y otra volvernos locos como si se acabara el mundo y hubiera muertos tirados por nuestros parques, y por favor, no me vengan con lo de “¡los habrá si nadie los para!”.

La diferencia principal en todo esto es que hoy hay teléfonos móviles que graban vídeo, y no es lo mismo escuchar que ha pasado algo que verlo. Además la prensa necesita su tributo diario de sangre y carnaza que despedazar, y como ya hay gobierno y Pedro Sánchez está ocupado en sus cosas parece que el tema nacional es que unos chavales se han peleado en Lugo.

Lo grande es que mientras están haciendo un tema de Estado de este asunto se pasa de puntillas por encima de otros como los problemas en la educación (y no me refiero a la académica precisamente), la falta de autoridad de padres y maestros (los primeros por dejadez de funciones en un porcentaje escandaloso y los segundos porque la sociedad corre hacia el abismo), la alegre inmersión de adolescentes de catorce años en drogas y de doce en alcohol, los botellones y demás. Eso parece que no es tan importante.

Botellón frente a la Catedral. Foto de El Progreso
Hace unos días una cría de doce años murió tras ir de botellón. Los padres se están planteando demandar al Ayuntamiento, según recogía algún medio de comunicación. Sin más datos que los que nos dan en titulares y noticias sensacionalistas parece ser que los papás de la cría no asumen responsabilidad alguna. ¿Qué coño pintaba una niña de doce años a las once de la noche en un botellón? ¿Cómo puede ser que responsabilicen al Ayuntamiento cuando ya hubo dos ingresos previos de la chavala en urgencias y la dejaban seguir saliendo por ahí?

No les niego que haya una responsabilidad colectiva en todo esto. Si mañana los Ayuntamientos empiezan a detener a menores por beber no duden que habrá muchos papás que se alzarán soliviantados contra esa “represión policial”, que chalados los hay en todas partes. Pero todos sabemos que si los críos de doce años van a beber al parque es porque alguien les vende la bebida, porque alguien hace la vista gorda y porque alguien no controla mínimamente a sus hijos.

Botellón en el parque. Foto de La Voz de Galicia
¿Acaso no saben las autoridades que en Lugo hay botellón en el Parque Rosalía? ¿O ahora frente a la Catedral? ¿Viven en una cueva? Que esta es la ciudad que equipa una carballeira para hacer frente a un botellón que no autorizan pero sí consienten y del que son harto conocedores. Hasta que pase “algo”, que entonces nos rasgaremos las vestiduras, daremos ruedas de prensa y convocaremos reuniones de urgencia de comisiones de expertos para ver cómo atajar este “problema social”. Sencillo, vayan varios días seguidos, identifiquen a los menores y casquen a sus papás multas escandalosas y ya verán qué rápido cambian las reglas del juego.

Mi generación vivió de cerca problemas gravísimos que destrozaron muchas familias. Drogas y enfermedades terribles fueron el resultado de una “carta blanca” que mucha gente entendió que era la democracia. Y probablemente lo sea, pero no para los niños, cuyo criterio podrá ser divertido e incluso acertado en ocasiones, pero nunca fiable.

Los padres de nuestra época nos daban cuartelillo pero confiaban lo justo y tenían una “red de espías” que, sin necesidad de hacer un grupo de Whatsapp de papás y mamás de urbanización, informaba puntualmente de si estabas jugando a las maquinitas en horario escolar o si “latabas” a la academia.

Por supuesto era Lugo y otro mundo, otra época en que íbamos andando al colegio (teníamos piernas y las usábamos, sí) y nos recogíamos unos a otros de portal en portal para ir en grupo, que era más divertido y probablemente más seguro aunque ese criterio era ajeno a nosotros.

No creo que todo tiempo pasado fuera mejor, aunque sí que hay cosas que han cambiado y no para bien. Pero lo importante es que dos chavales quedan para inflarse a bofetadas. Porque hay vídeos, que si no ni puñetero caso harían.

2 comentarios:

  1. Estupendo artículo, Luis. Sólo añadiría que el amarillismo de la prensa ( regional y nacional) está convirtiendo a estos críos en héroes ante sus compañeros y a Lugo en el Bronx. algunos por vender un periódico o abrir un telediario, no dudan en alarmar a todos los padres con hijos en esas edades y a dar una imagen nefasta de la ciudad. Lamentable.

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  2. Gran artículo. Y que razón tienes, sobre todo en lo de la educación: lo seguimos confundiendo con la adquisición de conocimientos. Los papas quieren que el "cole" se ocupe de todo y no poner ningún tipo de límete a los niños. Y así van las cosas.

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