miércoles, 9 de noviembre de 2016

Donald Trump, Presidente

Escribo este artículo en la noche del martes por si acierto y gana Donald Trump las elecciones en Estados Unidos. Para quien piense “este lo dice ahora que está anunciado” les puedo remitir a la tertulia de ayer de LugoSíRadio en que ya dije que creía que iba a ganar el multimillonario. Bien es cierto que no lo tengo claro porque si lo diera por hecho programaría el artículo como hago habitualmente para que se cuelgue automáticamente a las siete de la mañana, hoy no lo haré y esperaré a que los resultados sean firmes.

Que nadie se equivoque, yo no quería que ganase Trump. Tampoco es que me hiciera mucha gracia que entrase en la Casa Blanca Hilary Clinton porque me da muy poca confianza, pero este artículo es para explicar por qué creo que ha ganado el millonario y no por qué debería haber perdido, si no lo ha hecho.

Los votos parece ser que están muy ajustados y supongo que si acierto y gana Trump habrá mucha gente que se quede estupefacta, cosa inexplicable. Sería una sorpresa si las encuestas le dieran 30 puntos menos, pero dan un práctico empate técnico que cuenta hasta cierto punto el voto oculto, ese al que le da vergüenza reconocer en voz alta que vota a Trump porque sus motivos no son “limpios” o eso le han vendido.

El triunfo de Trump tiene la misma explicación (parcial) que los votos a Podemos o a Syriza solo que del otro lado del espectro político. Al fiel votante conservador, incluso reaccionario, que apuesta por un discurso retrógrado y nacionalista se une el del descontento, el que está desencantado con la política y busca aferrarse a un clavo ardiendo para evitar “más de lo mismo”, así que apuesta por el “antisistema”, que es como se lleva vendiendo Donald Trump durante toda la campaña.

“Yo no soy un político”, insistió en los mítines de los últimos días. Ese lema, “Votadme, yo no soy de esos”, es el mismo que utilizan todos los populistas del mundo, desde Berlusconi hasta Ruíz Mateos o Jesús Gil (vaya con las “precuelas” de lo que se nos puede venir encima).

Miembros destacados del Partido Republicano como la familia Bush han declarado que no apoyarán a Trump, lo cual le ha hecho un favor. Con los votos de los más radicales de la derecha va a contar igual así que el daño causado por los expresidentes es mínimo, pero el rechazo que Trump causa a la “nobleza” de la derecha le ayuda a consolidar ese mensaje de “yo no soy uno más, me rechaza la casta política incluso de mi partido”. Eso al votante medio parece que no le disgusta tanto como nos quieren hacer creer.

Por último, en este breve repaso, tenemos que tener en cuenta que los Estados Unidos no son Nueva York ni el elenco de artistas que apoyaron a Clinton. Hay mucho más que rascar y mucho más territorio que pisar.

Fui a visitar a mi cuñada en Houston hace unos años y cuando vi realmente cómo funcionan allí algunas cosas comprendí los puntos de vista de mucha gente estadounidense que aquí parecen un puñado de chiflados. No es que los comparta, pero los entiendo mejor. Incluso comprendí la sensación de desprotección que tienes en Estados Unidos que me intentó explicar el expresidente de la Asociación Nacional del Rifle cuando me contó por qué defendían el tema de las armas. Son cosas que desde Europa, que lleva unos cuantos siglos más de “civilización” (ya sé que es un término relativo pero nos entendemos) son prácticamente inentendibles.

De todas formas tengo la certeza de que el Trump presidente distará mucho del Trump candidato. Moderará su discurso y sus formas, no será tan beligerante y estoy seguro de que aunque tendrá que mantener parte del personaje, la realidad le hará matizar aunque sí es cierto que supondrá la entrada de un ciclón en la Casa Blanca. Además no olvidemos que tiene también en este momento el Congreso y el Senado a su favor, acumulando un poder que no estoy seguro de que se haya concentrado tanto desde hace muchos años. Al menos yo no recuerdo ningún caso similar.

Veremos qué pasa, los discursos y las reacciones, y después hablamos.

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