lunes, 17 de febrero de 2020

Un destrozo y una oportunidad de mejorar

Antes de estar rota ya no servía de nada, porque no se ve lo que hay debajo, como en casi todas.
Está feo alegrarse de un posible acto vandálico, lo reconozco, pero uno no controla sus sentimientos. Quizá no debería publicarlos, y lo más razonable sería callármelos para que no se contagie mi maldad, pero ustedes y yo ya tenemos una confianza después de tantos años, y oigan, un blog no deja de ser una vía de desahogo para las cosas que uno quiere confesar si no es creyente.

Ayer por la noche saqué a Ducki de paseo e hice la ruta habitual, con visita al canil del callejón de las Estantigas. Pasé como siempre por la puerta de Ruanova y me encontré con que habían reventado la ventana arqueológica que está justo en ese punto. Mi primera reacción fue mirar hacia arriba para ver si había alguien tirando piedras, porque anda que no es difícil cargarse ese tipo de cristal, la segunda fue pensar “vaya desgraciados”… y la tercera tener esperanza en que pongan otro sistema que realmente funcione y no la tontería que había hasta el momento. 

La ventana rota canta bastante.
Espero que se arregle pronto
Lo de las ventanas arqueológicas en Lugo es de chiste. Un chiste malo y caro, que pagamos todos en abultadas, abultadísimas facturas, para que encima no valga para nada. Son ventanas que no se ven. Los cristales están siempre opacos, sucios, rallados o empañados, y no cumplen su principal función que es permitir admirar lo que hay debajo. 

En los de Doctor Castro además hay problemas de filtraciones y no es raro ver plásticos y cubos protegiendo los mosaicos que se supone que se deberían ver debajo, cuando en realidad solamente se atisban mínimamente. 

Es complejo poner un cristal en el suelo, donde uno puede pisar y pegarse un resbalón de narices (aunque en Lugo los accidentes más frecuentes son con baldosas sueltas o inexistentes, como me pasó el lunes a mí y me hice un esguince). Se obligan a utilizar unos cristales extraños con cierta porosidad, lo que compromete su transparencia y el resultado final es que no se ve nada. 

Quizás es la hora de replantearse el sistema. Tal vez deberían poner una especie de estructuras metálicas o de piedra que eleven del nivel del suelo el crista, para así poder usar uno verdaderamente transparente y que se vea lo que hay debajo. Eso sí, si optan por esta vía tendrán que mantenerlo limpio, y no lleno de verdín y hierbajos como están ahora la mayoría de los “valiosísimos restos” que tienen a la vista. 

Una vez más se demuestra que lo importante no es solo hacer, sino mantener. A ver si de esta...

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