lunes, 28 de septiembre de 2020

El casco histórico rumbo a ser un cascarón vacío

Foto publicada en El Progreso en 2016. La cosa ha mejorado... muy, muy poco.
 


Nos encanta hacer listas. Eso de saber cuál es el coche más rápido, el tomate más grande o el edificio más alto del mundo es una cosa que nos priva y que hizo que durante muchos años fuera un hecho diferencial conseguir entrar en el libro Guinness de los Récords. Pero más allá de la anécdota y de cuestiones puntuales es muy difícil valorar cuál es la peor o la mejor característica de una zona, o el problema que más le afecta. Depende muchísimo del punto de vista de cada cual y del objetivo a conseguir.

En Lugo, por ejemplo, el casco histórico adolece de problemas muy serios, pero sin duda alguna, y teniendo como finalidad el lograr un barrio vivo y dinámico, en mi opinión el peor problema del recinto amurallado es la falta de población residente.

El que fue el barrio más habitado de la ciudad (bueno, en realidad incluso fue el único en tiempos, pero ya me entienden) pasó de superar los 10.000 pobladores holgadamente a reducirse a unos 3.000. Esta caída se explica con cierta facilidad: edificios viejos y sin las comodidades a las que estamos acostumbrados (garaje en el inmueble, ascensor…) se combinan con una normativa tan dura y restrictiva para hacer rehabilitaciones que disuade a cualquier persona que no tenga una fijación extrema en irse a vivir dentro de Murallas. La posibilidad, mejor dicho la probabilidad, de que durante las obras aparezcan restos arqueológicos que paralicen la obra durante meses o años tampoco ayuda a planificar una actuación en el centro, porque recuerden que la obra la paga el promotor (que dicho así suena a gran empresa pero puede ser una familia o un particular) pero lo que aparezca no se lo puede quedar.

El Ayuntamiento y la Xunta cifran sus acciones de repoblación a acciones de discutible resultado como la intervención en la Tinería, una zona que no acaba de despegar a pesar de los muchos millones invertidos allí. La población se sigue manteniendo alejada y sólo los meritorios esfuerzos de las empresas ubicadas en ese área está logrando que al menos no se convierta en una zona marginal. Pero eso no es suficiente, ni de lejos.

La modificación del PEPRI para convertirlo en una herramienta que tenga sentido a día de hoy es el primer requisito. Se lleva hablando muchísimos años de esa reforma, pero nadie da un paso adelante salvo para hacer rimbombantes declaraciones en prensa o iniciativas plenarias que no sirven para nada porque en general no son vinculantes.

La cuestión es que no hay interés. La obsesión, que personalmente considero bastante paleta, de hacer crecer la ciudad artificialmente hace que destinen sus esfuerzos en diseñar nuevos barrios enteros, nuevas zonas de expansión, nuevas urbanizaciones… como si en Lugo hiciera falta más espacio habitacional. No es el caso. Lo que necesitamos es recuperar lo que está degradado y entre esas zonas está el casco histórico.

Si hubieran gastado el millón y medio de euros que han destinado a construir un edificio de madera, cuyo uso aún no tienen claro, en subvenciones para rehabilitación de viviendas se habrían podido recuperar unas cuantas. Imaginen por ejemplo subvenciones de 50.000 euros para rehabilitación de tejados o fachadas, serían 30 edificios nada menos. Si las destinasen en lotes de 15.000 euros para rehabilitación de viviendas hablaríamos de 100 pisos… Ahora multipliquen por habitantes.

El gran problema del centro es la falta de habitantes. Al menos sin pensamos en un casco histórico para los lucenses claro. Si lo que pretenden es que sólo haya oficinas, hoteles y pisos turísticos lo están haciendo de maravilla, pero será un cascarón vacío, un barrio sin alma. Así no vamos a ningún lado.

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