martes, 8 de septiembre de 2020

La vuelta al cole en tiempos del Covid

 

No soy padre ni tengo perspectivas de serlo, así que es muy complicado que me pueda poner en su lugar. Sin embargo tampoco soy judío y no por ello he de ser insensible a lo que hicieron los nazis a ese pueblo, ni soy mujer y no tolero la discriminación sexual. Pero si tuviera hijos estaría más que preocupado.

La vuelta al cole de este año la ilustró magníficamente El Corte Inglés con aquella imagen (ahora retirada) de un niño que parecía ahorcado. Por cierto, me encantaría que alguien me explique qué se suponía que quería transmitir ese cartel si no era exactamente eso, el suicidio de la vuelta al cole.

Pero a lo que íbamos, la cuestión no es ninguna broma. Las contradicciones están servidas y todos las vemos a diario: no se puede salir a tomar un café en grupos de más de 10 personas pero en las aulas los niños sí podrán superar ampliamente ese número; no se pueden ocupar las butacas contiguas de un teatro pero sí viajar apelotonados en trenes y autobuses; no se puede uno acodar en la barra de un bar pero sí usar la barandilla de un edificio público; no se puede utilizar la mesa de una terraza hasta que se desinfecte pero sí acomodarse en los bancos del parque… y así todo.

Lógicamente a todos nos preocupan las personas más cercanas y las más vulnerables. Tendemos a pensar que los mayores tienen más papeletas en este terrible sorteo que los niños, pero ni esto es así al cien por cien (todos hemos visto titulares en que fallecieron niños de corta edad sin patologías previas) ni nos debería tranquilizar a la hora de enviar a los menores al colegio porque esto es una cadena y si el chaval se contagia detrás va el resto de la familia.

Pero, ¿cuál es la alternativa? ¿Suspender todo el proceso educativo “sine die”? ¿Y quién atiende a los niños en casa? ¿Metemos a toda la población otra vez en sus domicilios? No hay una solución válida universal.

Nos decían que el virus sería más agresivo de nuevo en octubre o noviembre. No hemos tenido que llegar hasta ahí y en pleno agosto ya ha hecho de las suyas. Con menos gravedad, es cierto, con menos porcentaje de ingresados y de fallecidos sí, pero si partimos de que parece ser un tema estacional y que lo gordo vendrá en un par de meses (como ocurre con la gripe), la que se nos viene encima es de órdago.

La dura realidad es que aunque se diga que la salud está por encima de todo eso no es cierto. La economía es la que manda, y todos los gobiernos del mundo han elegido “sacrificar” a una parte de su población a cambio de no caer en la más absoluta de las quiebras. Es terrible, pero es difícilmente discutible porque de lo contrario a estas alturas estaríamos confinados otra vez atendiendo a las cifras de la pandemia.

No nos queda otra que intentar ser lo más autónomos que sea posible, y eso se traduce en lavarnos las manos como posesos, evitar lo que podamos las situaciones de riesgo, mantener distancias, quedarnos en casa… pero todo esto se va al garete con los niños. Meterle en la cabeza a un crío de 4 años las precauciones que ni los adultos seguimos a rajatabla es un imposible y hasta si me permiten la licencia no creo ni que sea recomendable si no queremos tener en 15 años una generación de obsesivo-compulsivos. Es una situación sin solución, porque o mandamos todo a la mierda y nos encerramos otra vez o siempre vamos a correr riesgos. Pero claro, una cosa es asumir el peligro propio y otra muy diferente el de tu hijo o de tu madre, ahí el tema es muy diferente.

Soy consciente de que el mensaje de hoy no es positivo, que es un “que haya suerte”, pero es que no hay otra. Al final podemos ayudar a la fortuna, intentar favorecerla, pero nunca podremos vencerla.

Muchos ánimos, sobre todo a los docentes, y suerte a todos. Nos va a hacer falta.

1 comentario:

  1. Creo que éste es momento de"arrimar el hombro", en los días más duros, en los que se sabía prácticamente nada del virus, transportistas, personal de supermercados y de farmacia... estaban al pie del cañón. Cómo no vamos a estar ahí los profes ahora? Por supuesto que estamos asustados, yo la primera pero..."hay que andar", "hay que tirar de este carro" como sea. Son tiempos muy muy complicados pero, o remamos,o nos hundimos. Non hai outra.

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