jueves, 3 de septiembre de 2020

Lo ilógico de programar actividades suspendiendo actividades

 

Jueves 27 de agosto, seis y pico de la tarde...

No parece muy lógico planificar conciertos de mil personas para principios de octubre cuando se están teniendo que aplazar citas para finales de septiembre, y menos repartirlos por media ciudad. Salvo que el Ayuntamiento de Lugo tenga una bola de cristal cuyo uso restringen al resto de la humanidad, en que haya visto que el día 1 del mes que viene la pandemia va a desaparecer por arte de magia, parece imprudente la programación anunciada.

En el fondo les da bastante igual. Si hay que pagar sin que se celebren los conciertos, indemnizar o cualquier otra cosa les tira de un pie porque no pagan ellos, sino Juan Pueblo, que somos ustedes y yo. Y como además el señor Pueblo pasa bastante de exigir explicaciones así nos va, gastando el dinero público en cosas poco efectivas o en caprichos ideológicos del partido de turno.

Si una empresa privada hubiera sido la que se jugaba los cuartos montando algunas cosas como el desastroso “circuito de seguridad vial” que había en la Plaza de España el pasado jueves, día 27 de agosto, estaría en quiebra. Era desolador ver a los monitores cruzados de brazos, literalmente, mientras los papás y mamás pasaban de largo porque, tal y como está el panorama, no les daba mucha confianza el montaje como para meter a sus hijos. Algo no se hace bien cuando una actividad gratuita y que tenía que tener colas estaba más desierta que el MIHL, que ya es decir.

Ya ni siquiera tenemos que llegar a pedir que la administración tenga que hacer un balance de resultados (que sí debería presentar, aunque en los beneficios no deberíamos hablar de dinero sino de otras cuestiones menos tangibles) sino que haga cosas que tengan sentido. La foto que ilustra este artículo es de un jueves de agosto a las seis y pico de la tarde, cuando en la calle hay gente y niños pero que, por el motivo que sea (y que muchos podemos adivinar) no se fían de la organización pública como para permitirles subirse a las atracciones (que parece que de atractivo sólo tienen el nombre).

Las genialidades públicas, como dispersar las fiestas patronales por toda la ciudad, se pagan con sonoros fracasos. En La Milagrosa Orozco tuvo la brillante idea de llevarse el ferial al parque de Frigsa y casi acaba con las fiestas. Incluso García Díez, al que saben que admiro profundamente, un año llevó el ferial a la avenida de las Américas y fue un desastre.

Las fiestas patronales han de estar donde siempre: en el centro. Porque el centro es un barrio, sí, pero es el barrio de todos. Igual que los toros de Pamplona no corren por la zona industrial, porque no tendría sentido, tampoco parece que tenga mucha lógica repartir las atracciones para hacer una fiesta descafeinada que abarque mucho y apriete poco.

Pero bueno, lo harán. Hacen lo que les viene en gana porque la política es así, y con 3.000 votos puedes hacer lo que te salga de las narices en una ciudad si tienes la llave del gobierno. Es lo que hay.

2 comentarios:

  1. Pois non sei moi ben qué dicirlle...
    Por unha parte, o San Froilán este ano quedará inevitablemente deslucido por falla de barracas, actos, casetas, etc. e se ademais o que haxa o espallamos, a sensación de festa será aínda menor.
    Pero por outra banda, non houbo ningún caso de COVID asociado a un festival de Música (obvio, xa que non houbo festivais), e tampouco houbo casos asociados a concertos de música e resulta que o sector é dos que máis estritamente cumpriu cas medidas de seguridade.

    Por unha parte teño gañas de San Froilán (e este ano o que haxa non será o "San Froilán" que coñecemos, e pola situación sanitaria non pode selo), e por outra espallalo e levar a festa ós barrios pode funcionar relativamente ben coma en Guitiriz (como substituto do Festival de Pardiñas fixéronse actos en sitios diferentes e mantívose algo do ambiente e a relación entre a xente)

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  2. Lo mínimo es lo mínimo, y tiene que ser si o si. Sean con medidas o precaución social, dependiendo el estado de la situación dentro de tres o cuatro semanas. Incluso sería óptimo probar , como se ha echo en Santiago durante las fiestas del apóstol, en plena pandemia. Las pequeñas actuaciones tienen en el futuro, la prioridad de que todo mejore sin riesgos

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