Voy a atreverme a hacer una previsión sobre la huelga general de mañana. A menos que los piquetes se esfuercen mucho en violar el derecho de los trabajadores a NO hacer huelga, el seguimiento será mínimo. Los sindicatos han amenazado directamente a quienes trabajan y a sus hijos (ver las declaraciones de los asturianos o canarios), lo que debería suponer la inmediata detención de estas personas por violar un derecho constitucional como es el del trabajo para los cuatro gatos que aún tienen el privilegio de ejercerlo en un país con el 20% de paro.
También me atrevo a adelantar que las cifras que Gobierno y Sindicatos den de la huelga serán muy dispares, pero no tanto como en otras ocasiones porque a Zapatero en este momento ni le va ni le viene esta huelga, que no protesta contra él. Es la primera vez que veo una huelga que no protesta contra el Gobierno, aunque en la convocatoria formal sí ponga algo de eso. Vean ustedes los anuncios del Chiqui-chiqui éste, que atacan a los sindicatos y al PP… que no gobierna desde hace 7 años, pero tiene la culpa de la crisis, el paro y probablemente del asesinato de los Marqueses de Urquijo.
Si unimos esa “protesta ma non troppo” al descrédito general de los sindicatos, el fracaso de la huelga está garantizado. Estos señores que cuando no gobierna la derecha se dedican a acomodarse en sus sillones y sus coches oficiales y que los únicos intereses que defienden son los suyos, no cuentan con fuerza moral alguna para decirse paladines del trabajador. Con cuatro millones y pico de parados estaban anestesiados con las subvenciones y sólo saltaron cuando se anunciaron recortes (incluidos de sus propios beneficios).
Zapatero tiene que hacer piruetas dialécticas e ideológicas para justificar por qué ahora dice lo contrario que cuando en 2002 compartía pancarta para protestar por el “decretazo” de Aznar, mucho menos perjudicial para los trabajadores que lo que ahora nos quiere vender. Es de valorar que Rajoy no haya aprovechado para hacerse el sindicalista de pro que quiso ser Zapatero y que se posicione contra la huelga, aunque políticamente a lo mejor le vendría bien apoyarla. Es lo que tiene la coherencia, que muchas veces no permite arrancar un puñado de votos.
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