jueves, 7 de septiembre de 2017

Los coletazos del ''pulpogate'' un año después


Pulpo en la feria - Foto de www.gastronomia.com

Era visto. Cuando sale un listo no falta quien lo imite, y si sabemos esto y lo consentimos somos cómplices. Es lo que ha pasado con las casetas del pulpo, donde las desastrosas bases permitían no solo presentarse para gestionar uno de los principales atractivos de las fiestas a cualquier persona, tuviera o no la más mínima experiencia (y no solo con la tijera y el caldero sino en hostelería en general), sino que además consentían que personas titulares de empresas hicieran varias ofertas diferentes.

¿Cuál es el sistema? Sencillísimo. Tú tienes una empresa y presentas dos ofertas, una a nombre de la entidad jurídica y otra más alta a tu nombre como particular. Tienes así dos oportunidades, porque si un tercero puja por encima de la baja te queda la otra para intentar superarlo, y si nadie supera la baja, cuando ganes con la cara renuncias y quedas como máximo pujador ahorrándote la diferencia.

La alcaldesa reunida con el "hostelero provisional"
Foto: La Voz de Galicia
Esto fue lo que facilitó que cuando en 2016 se montó el Cristo del pulpo hubiera cambalaches y tácticas torticeras que retrasaban los plazos y ponían nerviosos al ayuntamiento y a toda la ciudad, que estuvo un tiempo sin saber si realmente habría o no pulpo en Lugo como todos los años. Lo hubo finalmente, aunque con un servicio más que discutible entre otras cosas porque dejaron que el tal Irimia montase casetas que violaban claramente las bases de la convocatoria, cosa que nadie se molestó en recurrir no sé muy bien por qué motivo.

Una vez el bancario metido a hostelero temporal renunció a seguir con el supuestamente lucrativo negocio (aún recuerdo un artículo a dos páginas que decía que era una mina, no sé qué pensará el que lo escribió a día de hoy) se volvió a sacar a concurso utilizando exactamente las mismas bases. Es decir, que una vez más la concejala Carmen Basadre insiste en la táctica del “sostenella y no enmendalla” bajo la mirada cómplice de su jefa, la siempre sonriente Lara Méndez. Inconcebible que no se hicieran las oportunas modificaciones de las bases para evitar que esto volviera a ocurrir, siendo consecuencia de esto que la ciudad perderá unos 2.600 euros por el absurdo capricho de no querer reconocer que se equivocaron, cosa que todo el mundo sabe perfectamente.

La solución era muy sencilla, bastaba con fijar una fianza provisional que sería incautada en caso de que el ganador de la puja renunciase a formalizar el contrato. Hacienda lo hace en sus subastas por poner un ejemplo, pero claro esto supondría reconocer un error.

La política cutre de hoy día consiste en defender a gritos que todo lo que se hace es perfecto, correcto y transparente, y que todo lo que hacen los demás es dañino, malintencionado y perjudicial para la ciudadanía. Antes de que abra la boca un representante del gobierno local de Lugo sabemos lo que va a decir: “la culpa es de la Xunta”, “la culpa es del Estado”… Por supuesto ni la Diputación (gobierno amigo) ni el Ayuntamiento se equivocan jamás.

Lamentablemente esto no es patrimonio exclusivo de nuestro gobierno local, aunque son expertos en el asunto, sino que es más genérico. Nadie reconoce un error, un despiste o una metedura de pata, aunque por la vía de los hechos en ocasiones se vean obligados a dar el brazo a torcer, sobre todo cuando hay una denuncia de por medio. Pero incluso en casos como la reciente modificación del sistema de adjudicación de la revista oficial de las fiestas, que se modificó tras llegar el tema a Fiscalía, o el cambio de baremos en las tasas de ocupación de vía pública, reducidos notablemente a pesar de que en el Pleno la concejala de economía aseguró que las alegaciones no tenían fundamento, no hay reconocimiento alguno de error u omisión. Todo estaba bien, todo fue claro y diáfano… pero se cambió… ¿No deberían decirnos la verdad?

¿Tan difícil es decir “oigan, pues sí, se nos despistó esto, nos hemos equivocado”? ¿De verdad no creen que la ciudadanía pueda aceptar que los gestores de lo público son falibles? ¿No creen que es peor que los consideremos unos mentirosos y unos manipuladores? ¿O que nos están tomando por imbéciles?

Lo que sí sabemos sobre seguro es que por la cabezonería y la cerrazón de nuestros munícipes hemos perdido una bonita suma que podría ayudar a mejorar las fiestas. Luego, eso sí, vendrán con que las pequeñas empresas no colaboran, que hay que echar balones fuera. 

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