miércoles, 1 de marzo de 2023

Si ni los concejales del Gobierno de Lugo confían en el Gobierno de Lugo... mal vamos

Álvaro Santos, miembro del Gobierno que no sabe a quién va a votar en las próximas elecciones.
Foto: El Progreso.

Que a menos de tres meses de las elecciones municipales se sepa que el actual titular del departamento de urbanismo, Álvaro Santos, haya abandonado el PSOE es realmente algo a valorar. Parece que es un área maldita, porque tras dos años y poco en el cargo renunció a su acta su antecesor, Miguel Couto, probablemente el concejal más valorado del gobierno de Lugo por su efectividad, su buen trato y su profesionalidad, una pérdida de la que Lugo todavía no es consciente pero que supuso paralizar la renovación de un área vital para la ciudad.

En una entrevista que publica hoy El Progreso realizada a Álvaro Santos, miembro del gobierno en activo, éste afirma que se tendrá que pensar a quién vota en las próximas elecciones, algo que no creo que le haya hecho mucha gracia a su actual jefa, la alcaldesa Lara Méndez. Si ni los propios concejales que dirigen el cotarro tienen clara su labor, imaginen cómo debemos estar los demás lucenses.

Recientemente otro varapalo que recibió la alcaldesa fue la entrevista a su antecesor, López Orozco, en que éste afirmaba que a Lugo le faltaba impulso y que había que recuperar el fuelle que ha perdido, algo difícil de negar por mucho que nos vendan la moto de que todo va sobre ruedas. Lo que no nos dicen es hacia dónde van esas ruedas, pero parece que cuesta abajo y sin frenos.

La responsabilidad de todo lo que está pasando es de la alcaldesa, como es lógico, ya que es la cabeza del gobierno local y es ella la que toma este tipo de decisiones y es la que pone la cara para defender absurdos como las bañeras colectivas, el ridículo trazado del carril bici o los demás disparates que sufrimos... pero tampoco están exentos de culpa quienes le susurran al oído. Los cambios que en este mandato ha habido en su equipo más cercano no han sido buenos, y la sustitución de los principales asesores por otros cuya labor está siendo puesta en duda por casi todos los que los conocen no ha sido positiva para la ciudad. La política no necesita gente que la tense, que anime al insulto o que en lugar de argumentos simplemente difunda eslóganes. Eso, además de simplista, tiene un recorrido muy corto.

Personalmente he sufrido al menos tres veces el insulto directo por parte del Gobierno de Lugo en su actual etapa, y según me dicen las tres han surgido a sugerencia de la misma persona, que es quien ejerce de “Rasputín” municipal. La primera, cuando me acusaron de mentir por decir que la subida de tasas de terraza no derivaba de ninguna sentencia sino que lo habían hecho porque les dio la gana (de hecho, fueron ellos los que mintieron y jamás mostraron dicha sentencia a pesar de que se les conminó a ello, porque no existe tal documento). La segunda, cuando me volvieron a llamar mentiroso por el número de papeleras en el casco histórico a pesar de que me molesté en mapearlas una a una. La tercera, cuando de nuevo me acusaron de falsear los datos al demostrar que los aparcamientos municipales de Lugo tienen los precios más altos que los privados, algo que cualquier ciudadano puede comprobar cuando quiera con facilidad...

En las tres ocasiones los insultos fueron públicos y en dos de ellos miembros del gobierno me reconocieron que yo tenía razón pero que no podían confesarlo de cara a la galería porque no tenían defensa. De arreglar el problema en lugar de taparlo ni hablaron, claro. Del tercero aún estoy esperando una disculpa, que sé que no llegará porque su forma de actuar es esa: sostenella y no enmendalla.

¿Qué clase de ciudad quieren construir con ese tipo de estrategias? ¿Qué clase de equipo de trabajo vas a hacer cuando observas que tus compañeros e incluso tus líderes mienten y retuercen las cosas para sostener lo insostenible?

No conozco personalmente a Álvaro Santos más que de un par de reuniones, pero en lo poco que lo traté me pareció una persona razonable, directa y que no se anda por las ramas. Quizás esa sea su perdición, que tiene una serie de convicciones y que no comulga con ruedas de molino y en ese ambiente enrarecido de mentiras y manipulación es normal que se largue. Tal vez no sea así, y simplemente se trate de una cuestión de guerras de poder, pero ante la duda y visto de dónde se marcha, le doy el beneficio de la duda quizá porque a mí, hace ya muchos años, me pasó lo mismo.

Mucha suerte, Álvaro.

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