Lugo es una ciudad peculiar. Pretendemos vivir parcialmente del turismo, pero parece que está diseñada para echar fuera a los visitantes. El pobre que se atreva a intentar llegar al centro en coche lo tiene complicado, porque nuestras principales avenidas están diseñadas para que salgas, no para que entres, y lo que te rondaré morena, porque Orozco y compañía planifican convertir en unidireccionales, de salida por supuesto, avenida de la Coruña, calle Santiago y alguna más.
Una vez en la ciudad, te encuentras con que lo que te han vendido es, siendo generosos, exagerado. Me considero poco sospechoso de tirar piedras contra mi ciudad, pero lo que me preocupa es que se tome el pelo a nuestros visitantes creando unas expectativas que luego quedan totalmente decepcionadas.
Por ejemplo, visitando la web turística de Lugo vemos que según el Ayuntamiento en la Casa de los Mosaicos “A gran sala de recepción (oecus) e a súa antesala tiñan o chan cuberto de espectaculares mosaicos de extraordinaria calidade, e nas paredes abundaban pinturas decorativas. O oecus, con columnas todo ao redor, tiña 150 m² de superficie, e a antesala preto de 60. A xulgar por estas medidas, a riqueza da casa era notoria”. Uno espera encontrarse eso cuando visita la casa, pero resulta que no hay ni un sólo mosaico a pesar del nombre. Ni uno. Están todos en el Museo Provincial y en la casa de los mosaicos sólo hay vídeos y unos restos bastante corrientes. Invito a visitar www.lugoturismo.com para ver las descripciones que se hacen de los demás centros de visitantes y que luego, quien no haya ido, que vaya. Se encontrarán con la dura realidad de que la línea que separa “poner en valor” de exagerar es muy difusa.
El problema es que estas salas que antes eran gratuitas ahora son de pago, que esa es otra. La entrada cuesta nada más y nada menos que 7 euros (la combinada, que por separado sale aún más caro). Las comparaciones son odiosas, pero la entrada a las cuevas de Altamira cuesta 3 € (y las pinturas son las de verdad, no las han trasladado), o la del Museo del Prado son 6 €. Subir a la Torre Eiffel cuesta 4,5 €.
Lugo no es un primer destino, nos pongamos como nos pongamos. Quien viene a nuestra ciudad probablemente ya ha viajado bastante y puede comparar. Las salas que tenemos no están mal, pero tampoco son para tirar cohetes, y mucho menos para cobrar por verlas. Curiosamente, nuestros principales atractivos (Muralla y Museo Provincial) son gratuitos, y es obvio que cualquiera de los dos le dan mil vueltas a las salas de pago.
Al turista hay que mimarlo no tomarle el pelo, y la diferencia es que quien antes veía las salas “interesantes” (la palabra que se usa cuando algo no es “impresionante” o “precioso”) ahora las ve una estafa poco disimulada.
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