Parece ser que se está preparando una ley para prohibir fumar en todos los locales públicos. Ya era hora. El problema es que las quejas vendrán de quienes, hace tan sólo cuatro años, se vieron obligados a gastar bastante dinero en adaptar sus locales a la anterior ley, que entró en vigor el 1 de enero de 2006.
Se quejan muchos hosteleros de que en aquel momento hicieron grandes gastos para separar espacios, reformar locales, poner puertas automáticas y demás zarandajas que eran obligatorias si se quería tener zona de fumadores y de no fumadores. Lo siento, pero creo que no tienen razón al protestar por la nueva ley, lo que tenían es que haber protestado por la anterior.
Es una obviedad, a estas alturas, que el tabaco es malo y que, como rezan los paquetes, “perjudica seriamente la salud”. Eso quiere decir que la libertad de fumar entra en contradicción con la libertad de no respirar humo de tabaco por quienes no fuman, y ante esa disyuntiva lo normal es defender a estos últimos. Si se permite elegir a los dueños de los locales, nos encontraremos con que todos serían de fumadores, ya que la experiencia dice que elegir ser local libre de tabaco avoca a la ruina.
Además, hay otro factor que parece que nadie tiene en cuenta: si prohibimos fumar en los espacios de trabajo, lo cual parece obvio, estamos implicando que no se fume en los bares y restaurantes… ¿o acaso los camareros y personal de estos negocios no son seres humanos dignos de protección? Parece que para ZP no, ya que son los únicos trabajadores condenados a respirar humo de tabaco en su trabajo, les guste o no.
La que fue una estupidez mayúscula fue la ley anterior, la que intentó contentar a todos y no contentó a nadie. En la Europa más civilizada el tabaco está prohibido en los lugares públicos, y me parece fantástico. Parece que a esos países les preocupa menos que al nuestro recaudar menos de los muy lucrativos impuestos sobre el tabaco.
Aboca
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