lunes, 7 de noviembre de 2011

“Que el 2011 nos sea propicio”

Parece ser que ya no es cosa de un presunto chorizo que acusa al primero que pilla por banda. También los juzgados e incluso la fiscalía, reacia habitualmente a meter en líos al Gobierno del que depende, ven indicios de delito en los comportamientos y conversaciones del señor José Blanco. Supongo que la cosa tiene que ser muy evidente para hacer que la fiscalía pase de defensora a acusadora del Ministro.

El que presumía allí donde iba de ser un tipo poderoso parece ser que en realidad lo que era es un buen “conseguidor”. Vienen estos días en El Mundo transcripciones de grabaciones de sus charlas y sms con amiguetes, el principal de ellos Orozco (no el alcalde, no se asusten). En estos documentos se aprecian compadreos de difícil explicación, en que se habla de diversos expedientes públicos, entre los que destacan los de un ayuntamiento catalán y el aeropuerto de Alvedro en A Coruña, y se agradece a Blanco su intervención en los mismos para “solucionar” cosillas.”En quince días está resuelto lo de Cataluña, y el otro tema de Coruña también se resuelve”, le dice Blanco a su amigo Orozco. Por cierto, se habla de contratos de AENA.

blanco cartera El sms que más me gusta es uno que Blanco envía a Orozco en fin de año del 2010: “Que el 2011 nos sea propicio”. Aunque entiendo que uno tiene la mirada un poco sucia a estas alturas, ese “nos” suena como mínimo preocupante en el contexto en que nos movemos. Más que un deseo parece una predicción, a la vista de los sobres, maletines y cifras mareantes que presuntamente se manejan en este caso.

Blanco tiene un problema muy grave de credibilidad. Por mucho menos que esto acusó al PP de cosas mucho más graves. A Camps nadie le grabó conversaciones de este tipo, y si lo hubieran hecho le habría costado la cabeza mucho antes entre otras cosas por la presión del propio José Blanco.

Pero quienes tenemos un problema somos los ciudadanos, que asistimos impasibles a los vaivenes de los dineros públicos, que cambian, presuntamente, de manos y de bolsillos con una facilidad pasmosa. Lo que uno se pregunta es si queda alguien honrado en este mundillo de la política.

Pues sí, afirmo tajantemente. Los muchos casos de corrupción que nos acosan no pueden servir para condenar a un colectivo tan amplio, heterogéneo y dispar como el de “los políticos”. La política es una profesión noble, aunque haya villanos aprovechándose de ella, y lo que hay que asumir es que el problema de la corrupción no es propio del PP, del PSOE, ni de ninguna otra formación en concreto: ninguna está a salvo de la quema. Hasta el BNG, que era el partido limpio antes de pisar moqueta oficial, ha caído en el mundo de las comisiones y las sospechas. Claro, antes de gobernar era complicado corromperse.

La corrupción no es propia de la política, es propia del ser humano. Todos sabemos de médicos corruptos (que se dejan comprar por los laboratorios), pescaderos corruptos (que mienten con el producto), fruteros corruptos (que meten peras pochas con las otras), mecánicos corruptos (que te cobran la pieza y simplemente la limpian un poco)… Sólo que fuera de la política no le llamamos corrupción, somos más suaves y hablamos de “picaresca” o, como mucho, de “poca seriedad”. El problema con la política es que los dineros que se desvían son públicos, y parece que duele más. Además la envidia juega una baza importante.

Hay personas en la política que lo que buscan es mejorar su ciudad, su región, su país. Esa gente no merece que se les cuelgue el sambenito de corruptos porque cuatro, diez o mil chorizos se aprovechen de la política. Me da igual que el titular se refiera a un concejal que al ministro de Fomento, no hacen regla y nadie me va a convencer de lo contrario. No creo que la política sea peor que otros ámbitos, sólo que se manejan cifras más grandes y llaman más la atención por tratarse de persona más públicas.

Corruptos somos todos, sólo que a niveles diferentes. Hagan examen de conciencia y piensen en esto: ¿Nunca han hecho nada que se salte el “orden natural de las cosas”? ¿Nunca han colado a un amigo en la fila para comprar unas entradas? ¿Nunca han comprado un producto por menos dinero porque sabían que estaba mal etiquetado? si le ponen una multa y tiene un amigo en tráfico, ¿intenta recurrirla o hablar con él para que “se la quite”? Y si no le ha pasado ninguna de la cosas anteriores, ¿cómo reaccionaría si le pasaran? Que nos conocemos… y a veces uno no ve que la cosa sea tan grave, aunque lo sea.

Evidentemente no es lo mismo sisarle a Carrefour unas galletas a mitad de precio que unos millones a un Ministerio, pero créanme que si todos luchamos contra la corrupción a toda las escalas, esto se puede acabar. Eso sí, asumiendo que existe en casi todas partes y no echando siempre la culpa a “los políticos” o de un partido al otro.

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