Miluca disfrutando como una loca, como debe ser |
Dicen que de tal palo, tal astilla… y no me importaría lo más mínimo. Les cuento: resulta que mi madre se cogió ayer de madrugada un avión para ir a Barcelona a ver un concierto de Juan Luis Guerra (ya no sé cuántas veces ha ido a verlo en directo, pero bastantes), y se volvía esta madrugada. Aunque no la considero ni de lejos una persona mayor creo que ni yo, que tengo un cuarto de siglo menos, me veo haciendo algo así.
Si a eso le añadimos que hace pocos días fue a ver a Sting, que ya tiene entradas para Sister Act y que se apunta a un bombardeo y que tiene gustos tan variados que le permiten disfrutar de un concierto sinfónico o de uno de bachata, mi pregunta es dónde se apunta uno a eso. Admiro ese despliegue de energía ilimitada, que es comparable a la que generan dos o tres centrales nucleares al mismo tiempo.
La cosa le viene por genética, supongo, porque mi abuela hacía igual. Se animaba a cualquier viaje, concierto o excursión que se le planteara, y el mejor regalo de cumpleaños que le hicimos creo que fue la entrada para ir a ver a Isabel Pantoja.
Creo que con los años se aprende que los recuerdos son el mejor “souvenir” que puedes tener. En vez de comprar chilindradas que no sabes dónde almacenar y que encima suelen estar fabricadas en China, es mejor gastarse el dinero en subir en ese coche de caballos que te parece un pelín caro, en entrar a ese museo que a lo mejor te sorprende más de lo que te esperas, en subir a ese monumento o en hacer la ruta en lancha por un canal o un río.
Souvenirs y chilindradas varias |
Tema diferente son las fotos, aunque con la costumbre que tenemos de hacer cientos, si no miles, de capturas de todo por saturación creo que van a seguir el mismo camino que los demás recuerdos absurdos. Quien sabe, quizás alguien fundará un “banco de recuerdos” para las fotos digitales que no sabemos dónde meter y que por razones que se me escapan nos cuesta organizar e imprimir para tener en papel, que es donde realmente se pueden ver con calma echando mano del clásico álbum.
Una imagen vale más que mil palabras, se suele decir, y es cierto. De todas formas, todos los que hemos intentado hacer fotos de algún paisaje sabemos que al final no captas lo que es, y que te sirve para refrescar la memoria pero que la profundidad y la amplitud de lo que tienes delante solo se puede apreciar en persona.
Así que si ustedes van a irse de vacaciones en breve, recuerden este modesto pero creo que útil consejo: no pierdan tiempo buscando detallitos para traer a todo el mundo, si ven algo que les apetezca traer pues vale, pero que no sea una obsesión. E incluyo en ese “todo el mundo” a ustedes mismos. Lo que vale es el recuerdo propio, y si hay algo después, será lo que nos llevemos.
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