Durante meses hemos tenido que aguantar las brabuconadas de quienes defendían lo indefendible con el asunto griego: que si el pueblo soberano manda más que nadie, que si le iban a dar una lección a los malvados mercados, que si era el campo de cultivo y de pruebas de la “revolución” que en España también tendría su reflejo… Verdes las han segado, y finalmente el presunto salvador ha tenido que agachar las orejas y firmar un acuerdo que hace seis meses ni la propia Unión Europea se habría atrevido a poner sobre la mesa.
Antes de que me intenten colgar los clásicos sambenitos les diré que me aterra el destino que le espera a los griegos durante los próximos años, entre otras cosas porque aquí lo hemos tenido muy muy cerca. Hace algo menos de cuatro años todo el mundo daba por sentado el rescate y la quiebra de España como país, y mira tú por donde, hemos salido a flote.
“¡Con grandes recortes y sacrificios de los más débiles!”, dirán algunos. Y no se lo niego, claro que ha sido duro, pero si ha servido para sacar el país adelante al menos ha tenido sentido. Mucho más que el estúpido referéndum que hicieron en Grecia hace unos días y que, además de costar 110 millones de euros (como están para andar quemando el dinero…) políticamente sólo ha servido para que Tsipras haga el indio ante su propio pueblo: “¿no queréis las condiciones? Pues las voy a firmar igual, o aún peores”. Para eso no preguntes, macho.
Rajoy y el PP tienen grandes enemigos en España, y yo mismo me marché de ese partido por no estar de acuerdo con muchas cosas (aunque no me considero enemigo), pero no precisamente por la parte económica. Ahí creo que si se han equivocado en algo es en no hacer reformas más ambiciosas en los muchos gobiernos que padecemos, con eliminación de burocracia y adelgazamiento del absurdo y complejo sistema administrativo que hay en este país, la racionalización del gasto, y, por supuesto, el tema de la corrupción donde no han metido bastante la podadora.
Pero eso no quita que les reconozca el mérito, como ya he escrito otras veces, de haber salvado a España del abismo. ¿Que exagero? Miren a Grecia y me cuentan si el camino que llevábamos, el de los 400 euros y el gasto a lo loco, no nos encaminaban directamente al precipicio con paso firme.
A nadie le gusta seguir los consejos del médico. Es más cómodo ver la tele que salir a andar; es muy duro dejar de fumar; las medicinas tienen la mala costumbre de saber a rayos; no sé qué tienen el chocolate, el pan y las patatas fritas que apetecen más que la lechuga, las acelgas y las patatas cocidas… pero cuando estás mal para curarte has de hacer cosas que no te gustan.
A los países les ocurre algo similar, por no decir lo mismo. Grecia ha entrado en la UVI por no querer hacer régimen ni dejar el tabaco o las grasas. En España nos hemos apretado el cinturón y está funcionando.
¿Que falta mucho por andar? Obviamente sí. ¿Que sigue habiendo un paro inasumible y que hay que atacar por ahí a la de ya? Nadie lo discute. ¿Que ni Rajoy ni el PP han sabido hacer las cosas mejor? Soy el primero en decirlo, pero el problema es que la alternativa no existe sin caer en el mismo error que los griegos. Irse de cabeza a las soluciones mágicas al “pues ahora no os pago”, lo único que lleva es al “pues no te dejo más pasta, listillo”.
Las cosas son así de claras. Empieza ahora una larga, larguísima campaña electoral en que nos pondrán las cosas rosas desde un lado y negras desde otro. Pero el presente y el pasado son inamovibles. Aquí hablamos del futuro, que es lo único que podemos cambiar.
La única duda está en si el PP merece seguir gobernando solo o hay que meter un “factor de corrección”, un grupo que lo apoye moderadamente pero que le enmiende la plana en los temas más sangrantes como la corrupción o la falta de sentido común en algunos asuntos, y ese factor de corrección, si lo venden bien, puede ser Ciudadanos, que está demostrando que tiene más cabeza de la esperada.
Quedan cinco meses más o menos para las elecciones. ¡Qué pereza!...
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