Para la semana que viene por lo visto. Eso es cuando dicen desde el ayuntamiento que apagarán las máquinas de la ORA, una medida que el sentido común indica que debería ser simultánea a la suspensión del servicio. Pero para qué, ya se hará, qué prisa tenemos… total, lo máximo que puede pasar es que algún desinformado que no lee el periódico pague a una empresa que está metida en el juzgado y con un contrato anulado desde 2011.
Ayer, mientras me esperaban para preguntar por este tema, los periodistas de un medio de comunicación fueron testigos de que tres personas intentaban sacar un ticket de la ORA, y dos más hicieron lo propio mientras estaba yo con ellos, así que un total de cinco ciudadanos picaban en escasos minutos. Así van las cosas.
Cuando uno llega a una ciudad que no conoce, o si se reincorpora a su rutina diaria después de estar de vacaciones, es probable que no sepa que la ORA en Lugo está fuera de funcionamiento. Se baja de su coche, y aunque sí se han retirado las señales verticales ve la zona azul pintada en el suelo, lo que todos sabemos qué significa, que hay que aflojar la cartera. Se dirige a la máquina más cercana y si ésta funciona y no está precintada, paga religiosamente un dinero que no debería salir de su bolsillo.
Si casualmente la máquina a la que se dirige mantiene el precinto pero hay otra a cincuenta metros que no mantiene la cinta que de forma bastante poco acertada pusieron desde el Ayuntamiento, lo lógico es pensar que a la máquina más cercana le pasa algo y que hay que ir a la otra, y va. Y paga religiosamente un dinero que no debería salir de su bolsillo.
Si no hay cartel de advertencia aunque uno se encuentre un esparadrapo tapando la máquina puede pensar con facilidad que es una gamberrada, porque la máquina funciona. Así que es fácil que arranque el esparadrapo y pague religiosamente un dinero que no debería salir de su bolsillo.
Vamos, que la cosa está como está y que no es lógico. Han prometido que para la semana que viene (la versión administrativa de “un día de estos”) apagarán las máquinas. ¿Hace falta un cursillo de técnico nuclear? ¿Es que tienen sistemas de defensa por rayos láser? ¿Explosivos? ¿Tan difíciles son de apagar?
Cosas veredes…
Ayer, mientras me esperaban para preguntar por este tema, los periodistas de un medio de comunicación fueron testigos de que tres personas intentaban sacar un ticket de la ORA, y dos más hicieron lo propio mientras estaba yo con ellos, así que un total de cinco ciudadanos picaban en escasos minutos. Así van las cosas.
Cuando uno llega a una ciudad que no conoce, o si se reincorpora a su rutina diaria después de estar de vacaciones, es probable que no sepa que la ORA en Lugo está fuera de funcionamiento. Se baja de su coche, y aunque sí se han retirado las señales verticales ve la zona azul pintada en el suelo, lo que todos sabemos qué significa, que hay que aflojar la cartera. Se dirige a la máquina más cercana y si ésta funciona y no está precintada, paga religiosamente un dinero que no debería salir de su bolsillo.
Si casualmente la máquina a la que se dirige mantiene el precinto pero hay otra a cincuenta metros que no mantiene la cinta que de forma bastante poco acertada pusieron desde el Ayuntamiento, lo lógico es pensar que a la máquina más cercana le pasa algo y que hay que ir a la otra, y va. Y paga religiosamente un dinero que no debería salir de su bolsillo.
Si no hay cartel de advertencia aunque uno se encuentre un esparadrapo tapando la máquina puede pensar con facilidad que es una gamberrada, porque la máquina funciona. Así que es fácil que arranque el esparadrapo y pague religiosamente un dinero que no debería salir de su bolsillo.
Vamos, que la cosa está como está y que no es lógico. Han prometido que para la semana que viene (la versión administrativa de “un día de estos”) apagarán las máquinas. ¿Hace falta un cursillo de técnico nuclear? ¿Es que tienen sistemas de defensa por rayos láser? ¿Explosivos? ¿Tan difíciles son de apagar?
Cosas veredes…
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