La comisión de fiestas del barrio de A Milagrosa ha decidido traer como pregoneras a Rosa Benito y Chayo Mohedano, que también darán un concierto. Y se ha armado.
No soy tan pijo como para decirles que no me sonaban los nombres, pero sí es cierto que no sabía quiénes eran. Son gente que se me hace conocida de oídas como Mila Ximénez pero que no sé situar porque no tengo ni idea de si son exmaridos, exmujeres, examantes o exfamiliares de algún famoso o algo por el estilo. Sí soy capaz de situar algo mejor en cambio a otras personas como Karmele Marchante, Lydia Lozano o María Patiño aunque solo sea por las coñas que hacen en muchas programas con toda esta tropa y por aquel “sé lo que hicisteis” que tanto echo de menos.
Veo en prensa que las pregoneras son cuñada y sobrina de “la más grande”, Rocío Jurado, y parece ser que ese es el mayor mérito de su vida, del que sacan una buena rentabilidad. Irrelevante a los efectos que nos ocupa, ya que lo importante es saber que son famosas de postureo porque salen en la tele y eso atrae gente en manadas.
El cachondeo en redes sociales ha sido inmediato: que si es una vergüenza, que si cómo se atreven, que si es algo ridículo… Bueno, para gustos colores, y cuando el día del pregón no quepa un alfiler en la plaza de la Milagrosa hablaremos de si la cosa tuvo éxito o no.
Se me dirá que es distinto lo que funciona de lo que se debe hacer. Tampoco estoy muy de acuerdo en este caso. No estamos hablando de que estas señoras vengan a inaugurar la semana de teatro clásico o la temporada de conciertos de la filarmónica, sino que vienen de pregoneras a unas fiestas populares. No le veo inconveniente, porque si algo son, sin duda alguna, es populares como insisto en que se demostrará en breve si no falla la previsión de tener la Milagrosa llena como un huevo ese día.
“La cultura ha de ser promocionada”. Sí, por supuesto que sí, pero tampoco comparto esa especie de elitismo en la que cultura es lo que dicen cuatro señores, los mismos que acaban promocionando un vaso de agua en un estante por 25.000 euros (ARCO dixit) o vender mierda enlatada porque es “superalternativo, ¿sabes, tía?”, y el que opine lo contrario es un paleto o un iletrado. Tampoco me vale el argumento hipernacionalista de “qué pintan aquí esas que no son de Lugo”, aunque reconozco que ahí a veces caigo yo también, que nadie es perfecto.
Quienes tradicionalmente organizaban las fiestas tiraron la toalla y los que han recogido el testigo están haciendo lo que buenamente pueden. Yo, que en algún sarao me he metido también, reconozco su mérito y supongo que los que tanto critican ni se plantearon jamás echar una mano o ponerse al frente de todo esto, porque están muy ocupados fiscalizando todo desde una prudente distancia. Desde la barrera, todos somos Manolete.
No se puede decir siempre que hay que respetar la voluntad del “Pueblo” y luego criticar que se haga eso mismo. Les garantizo más afluencia de público con estas dos señoras que si hubieran invitado a un premio Nobel de Literatura, que será muy cultureta pero que no atrae masas, y en unas fiestas populares masas es lo que quieres mover. ¿A cualquier precio? Pues casi.
En Lugo Monumental hicimos unas jornadas de debate sobre problemas reales del casco histórico, interesantísimas y que llegaron a conclusiones dignas de mención. Público: 15/20 personas por jornada. Lo mismo en las que hace el museo o la Diputación, que no llenan ni de coña a menos que lleven a la gente a punta de teléfono (las armas importantes como la pistola o la amenaza de cortar la subvención se reservan para las jornadas electorales). Seamos realistas, una conferencia, que será interesantísima, sobre la tribu suruí no despierta las pasiones del público, pero si te traes a un famoso, o si pones una fuente a manar vino, hay bofetadas.
Prueben a traer a inaugurar la semana de cine de autor al de Torrente o a Akira Kurosawa (este último un poco difícil, que habría que contar con un médium fiable). Ante la imposibilidad, prueben a proyectar sus películas y verán el éxito de público de cada una de ellas. El drama japonés será súper interesante, pero no atrae público como una comedia gamberra y barriobajera. Y eso que aquí es diferente porque la semana de cine de autor precisamente se caracteriza por ayudar a difundir la Cultura con mayúsculas, no busca un fin comercial. Las fiestas de la Milagrosa persiguen tener gente y que se divierta.
Vox populi, vox Dei. No se puede meter la cultura con calzador. Son unas fiestas.
Que nadie piense que esto es un alegato contra los esfuerzos por promocionar la auténtica cultura que hacen tanto particulares como asociaciones, al contrario. Simplemente es que me niego a entrar en esa espiral de descalificaciones contra quienes hacen lo que buenamente pueden.
El problema de fondo, el que nos debería preocupar, no es que vengan Rosa Benito y Chayo Mohedano, sino que las llamen porque llenan. Que sea eso lo que la gente quiere. Que Sálvame tenga más audiencia que programas de más contenido intelectual. Que media España tenga más interés por saber la biografía de la Pantoja, que nos salva “deluxe” (con detalles truculentos a mansalva, cuantos más mejor) que la de Churchill, que nos salvó de los nazis. Que Gran Hermano tuviera un canal propio de televisión… Lo inquietante es la porquería de sociedad que estamos construyendo, que consume basura, es el verdadero problema, no que los organizadores de las fiestas de la Milagrosa intenten atraer público. Es su obligación y aunque francamente a mí no me interesan demasiado las protagonistas del evento, preveo un lleno absoluto.
Noticia sobre "las milagrosas" en la web de El Progreso |
Veo en prensa que las pregoneras son cuñada y sobrina de “la más grande”, Rocío Jurado, y parece ser que ese es el mayor mérito de su vida, del que sacan una buena rentabilidad. Irrelevante a los efectos que nos ocupa, ya que lo importante es saber que son famosas de postureo porque salen en la tele y eso atrae gente en manadas.
El cachondeo en redes sociales ha sido inmediato: que si es una vergüenza, que si cómo se atreven, que si es algo ridículo… Bueno, para gustos colores, y cuando el día del pregón no quepa un alfiler en la plaza de la Milagrosa hablaremos de si la cosa tuvo éxito o no.
Se me dirá que es distinto lo que funciona de lo que se debe hacer. Tampoco estoy muy de acuerdo en este caso. No estamos hablando de que estas señoras vengan a inaugurar la semana de teatro clásico o la temporada de conciertos de la filarmónica, sino que vienen de pregoneras a unas fiestas populares. No le veo inconveniente, porque si algo son, sin duda alguna, es populares como insisto en que se demostrará en breve si no falla la previsión de tener la Milagrosa llena como un huevo ese día.
“La cultura ha de ser promocionada”. Sí, por supuesto que sí, pero tampoco comparto esa especie de elitismo en la que cultura es lo que dicen cuatro señores, los mismos que acaban promocionando un vaso de agua en un estante por 25.000 euros (ARCO dixit) o vender mierda enlatada porque es “superalternativo, ¿sabes, tía?”, y el que opine lo contrario es un paleto o un iletrado. Tampoco me vale el argumento hipernacionalista de “qué pintan aquí esas que no son de Lugo”, aunque reconozco que ahí a veces caigo yo también, que nadie es perfecto.
Quienes tradicionalmente organizaban las fiestas tiraron la toalla y los que han recogido el testigo están haciendo lo que buenamente pueden. Yo, que en algún sarao me he metido también, reconozco su mérito y supongo que los que tanto critican ni se plantearon jamás echar una mano o ponerse al frente de todo esto, porque están muy ocupados fiscalizando todo desde una prudente distancia. Desde la barrera, todos somos Manolete.
No se puede decir siempre que hay que respetar la voluntad del “Pueblo” y luego criticar que se haga eso mismo. Les garantizo más afluencia de público con estas dos señoras que si hubieran invitado a un premio Nobel de Literatura, que será muy cultureta pero que no atrae masas, y en unas fiestas populares masas es lo que quieres mover. ¿A cualquier precio? Pues casi.
Conferencia sobre la tribu suruí. Foto El Progreso |
En Lugo Monumental hicimos unas jornadas de debate sobre problemas reales del casco histórico, interesantísimas y que llegaron a conclusiones dignas de mención. Público: 15/20 personas por jornada. Lo mismo en las que hace el museo o la Diputación, que no llenan ni de coña a menos que lleven a la gente a punta de teléfono (las armas importantes como la pistola o la amenaza de cortar la subvención se reservan para las jornadas electorales). Seamos realistas, una conferencia, que será interesantísima, sobre la tribu suruí no despierta las pasiones del público, pero si te traes a un famoso, o si pones una fuente a manar vino, hay bofetadas.
Prueben a traer a inaugurar la semana de cine de autor al de Torrente o a Akira Kurosawa (este último un poco difícil, que habría que contar con un médium fiable). Ante la imposibilidad, prueben a proyectar sus películas y verán el éxito de público de cada una de ellas. El drama japonés será súper interesante, pero no atrae público como una comedia gamberra y barriobajera. Y eso que aquí es diferente porque la semana de cine de autor precisamente se caracteriza por ayudar a difundir la Cultura con mayúsculas, no busca un fin comercial. Las fiestas de la Milagrosa persiguen tener gente y que se divierta.
Vox populi, vox Dei. No se puede meter la cultura con calzador. Son unas fiestas.
Que nadie piense que esto es un alegato contra los esfuerzos por promocionar la auténtica cultura que hacen tanto particulares como asociaciones, al contrario. Simplemente es que me niego a entrar en esa espiral de descalificaciones contra quienes hacen lo que buenamente pueden.
El problema de fondo, el que nos debería preocupar, no es que vengan Rosa Benito y Chayo Mohedano, sino que las llamen porque llenan. Que sea eso lo que la gente quiere. Que Sálvame tenga más audiencia que programas de más contenido intelectual. Que media España tenga más interés por saber la biografía de la Pantoja, que nos salva “deluxe” (con detalles truculentos a mansalva, cuantos más mejor) que la de Churchill, que nos salvó de los nazis. Que Gran Hermano tuviera un canal propio de televisión… Lo inquietante es la porquería de sociedad que estamos construyendo, que consume basura, es el verdadero problema, no que los organizadores de las fiestas de la Milagrosa intenten atraer público. Es su obligación y aunque francamente a mí no me interesan demasiado las protagonistas del evento, preveo un lleno absoluto.
Preveo lo mismo, lamentablemente. Un saludo!
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