Auxilia Lugo lleva ya tiempo reclamando un ascensor para que las personas con problemas de movilidad puedan subir a la Muralla Romana de Lugo. Se propone para su ubicación la de los jardines de la Diputación Provincial, donde el presidente de esta entidad ya se ha apuntado a decir que apoya la iniciativa.
Vamos a ignorar por un momento la agresión física y estética que supondría que a un monumento cuasi-bimilenario le planten un probable espanto de acero y cristal; la historia no nos permite ser optimistas respecto al buen gusto de nuestros administradores en este sentido.
Aún no teniendo en cuenta ese importante aspecto, hay que preguntarse hasta qué punto es práctico poner un ascensor en esa ubicación. Lugo es una ciudad en que estamos acostumbrados a que todo esté a mano. La calle San Marcos está céntrica, pero para llegar a los jardines hay que dar un rodeo que a una persona que esté en silla de ruedas o ande con dificultad le puede suponer un problema.
Hay una solución mucho más sencilla, que es aprovechar uno de los múltiples edificios abandonados o ruinosos que están adosados a la Muralla. La Plaza del Campo Castillo cuenta con varios candidatos a albergar este ascensor, que estaría céntrico y quedaría oculto por el propio edificio. De paso se podría alojar también una oficina de turismo que permita eliminar de una vez el adefesio enquistado frente a la estación de autobuses, esa caseta metálica que siempre nos hace pensar que hay obras en la zona. Quizás esa sea su función.
Sin embargo, dudo mucho que alguien tenga esto en cuenta, porque su principal problema es la placa: No tiene visibilidad. Aquí gustan las obras vistosas, a las que se puede poner una placa bien grande con los nombres de los firmantes, y que llamen la atención, aunque sean poco prácticas o no cumplan su función. Pero lo importante es la placa.
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