¿Qué tendrán las fiestas en Galicia que tanto nos gustan e incluso nos unen? Ahora le toca al Arde Lucus, que alcanza su décima edición, y que previsiblemente tendrá tanta gente como en años anteriores, rivalizando con el San Froilán que sin duda es la fiesta más popular de Galicia.
Hay incluso propuestas, que creo que no sólo tienen mucho sentido sino que sería procedente estudiar con calma, de trasladar el martes de carnaval, festivo local en Lugo, al viernes del Arde Lucus, para estirar un día más esta popular fiesta. El carnaval, nos guste o no, es una fiesta que está perdiendo lustre y que, además, no tiene la esencia lucense que sí respira el Arde Lucus. Hasta la fecha es más conveniente, ya que se abre el período de fiestas de verano de Galicia que se cierran también en Lugo con las de San Froilán en octubre. En marzo hace mucho más frío, para qué nos vamos a engañar.
Celtas y romanos, griegos, fenicios e incluso algún egipcio, se ven año tras año en la ciudad comiendo y bebiendo juntos (más esto último) en paz y armonía. Aunque sea poco riguroso históricamente, lo importante es reivindicar la historia de la ciudad y pasar un buen rato.
Sin embargo hay quien no debería descansar en las fiestas pero lo hace. La comisión negociadora de PSOE y BNG para configurar su gobierno de minorías se toma unos días de respiro porque, según dice la prensa de hoy, no tienen hueco en sus agendas para seguir negociando. La enésima contradicción, la que sitúa intereses de otro tipo públicos y privados sobre la función de representantes de los lucenses.
Lugo puede esperar, parecen decirnos PSOE y BNG. Después de habernos relegado al papel de moneda de cambio en la Diputación, o de rehenes de los intereses partidistas, un nuevo desprecio. Paciencia. Total, sólo está en juego cómo se va a gobernar durante los próximos cuatro años y con qué programa.
Desde el punto de vista político esta reunión llega tarde, muy tarde. Tendría que haberse celebrado antes de la investidura de Orozco, porque si no se llega a un acuerdo es triste para el BNG haber dado sus votos a cambio de nada. Bao, candidato a la Alcaldía y a la presidencia de la Diputación, no ha recibido ni un solo voto municipal en la investidura ya que pasaron los suyos al PSOE, y ahora resulta que tampoco los tendrá en la Diputación, y todo eso a cambio de una negociación de incierto futuro.
Pero desde el punto de vista ciudadano la reunión es aún más tarde. Para que los votantes acudieran a las urnas con conocimiento de causa, tendrían que haberse reunido antes de las elecciones para presentar un programa conjunto de gobierno. Ese es el funcionamiento de la Democracia, en teoría: nos presentan propuestas y las votamos según nuestras preferencias. Ahora no se sabe qué se ha votado. ¿Qué va a pasar con los muchos asuntos en que PSOE y BNG no están de acuerdo? ¿Si hay pacto cómo va a afrontar el gobierno nacional-socialista (es decir, formado por nacionalistas y socialistas) temas como la empresa del agua, la del turismo, la gestión de los terrenos públicos de San Fiz, las Torres de Orozco en el Garañón, el acceso a través de parque de Marcos Cela…?
Los lucenses han hablado claro en las urnas: han pedido un gobierno en minoría de Jaime Castiñeira. Pero si alguien no tiene claro eso al menos compartirá conmigo una cosa, si algo se ha pedido es que el BNG no gobierne en Lugo. Lo malo es que Orozco ha captado el mensaje pero se hace el sueco porque no regalar la mitad del gobierno de la ciudad a los nacionalistas supondría irse a la oposición, y eso no mola.
En fin, descansemos en el Arde Lucus como PSOE y BNG, que han quedado exhaustos después de las elecciones.
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