El pasado jueves fui a la presentación de la más reciente de las novelas del prolífico José de Cora. En la que hace su publicación número 43, bajo el título “El estornudo de la mariposa”, José relata la aventura de cómo una muchacha razonablemente burguesa de una pequeña capital de provincias, Lugo, y su marido, un catalán que empezó la guerra civil en el bando republicano y la acabó en el “nacional”, colaboraron activamente a destruir el régimen nazi.
Si Araceli, que a estas alturas espero que ya sepan que es el nombre de nuestra heroína local, fuera de Coruña o de Santiago probablemente hace muchos años que sabríamos su nombre. En cualquier caso lo que es obvio es que con todo lo que ha destapado José de su historia y la repercusión que tuvo el papel que la pareja jugó en el éxito del desembarco de Normandía es inconcebible que ningún grupo municipal haya llevado a Pleno el dar el nombre de Araceli González a una calle o incluso al nuevo auditorio de Lugo. Después de todo, Araceli y Juan fueron dos grandes actores en la más peligrosa de las representaciones, la del agente doble.
Araceli y Juan Pujol, "Garbo" |
No les voy a destripar la novela, pero sí les contaré un par de detalles para que se hagan a la idea de lo que hablamos. Juan y Araceli consiguieron engañar durante más de un año al alto mando alemán, que los creía viviendo en Londres mientras enviaban sus falsas noticias cómodamente afincados en Lisboa. Les estuvieron enviando información que se inventaban leyendo periódicos y mirando un mapa de la capital inglesa, pero se tragaron el anzuelo de tal forma que cuando llegó el momento, Hitler confió ciegamente en Garbo (nombre en clave de Juan Pujol) cuando éste le aseguró que el desembarco de Normandía era falso y que era una maniobra de distracción para confundir a los nazis. Le hizo creer que el verdadero desembarco se produciría en Calais, con lo que los alemanes dejaron razonablemente desprotegidas las playas de Normandía.
Winston Churchill dijo que “nunca tantos debieron tanto a tan pocos”, y probablemente esta frase se podría aplicar a ese grupo de personas que lograron desbaratar los planes nazis, y entre ellos están Juan y Araceli. La trascendencia de esto es innegable.
Que una convecina de nuestra ciudad, que vivió en la Plaza de la Soledad y bailaba en el Círculo de las Artes, fuera una de las piezas del engranaje que venció a Hitler es algo digno de mención, porque traslada a nuestra pequeña ciudad a un escenario que solo vemos en películas, como algo muy lejano. Demuestra, como dijo José en la presentación, que el papel de un individuo puede ser importante, y que su poder incluso logró ayudar a derrumbar al que parecía todopoderoso imperio de la esvástica. Como el aleteo de una mariposa, que según el proverbio chino “se puede sentir al otro lado del mundo”.
José de Cora |
No me sonroja reconocer que siento una terrible envidia de José, sana en la medida en que puede serlo ese sentimiento, pero envidia a fin de cuentas. Tiene una facilidad para escribir que no es habitual, y sobre todo cuando hablamos de novela histórica, que es complicadísima. Yo mismo he intentado sentarme a teclear una ambientada en el pasado de nuestra ciudad pero no he sido capaz. Meter la pata es demasiado fácil.
Así que ya saben, si quieren leer historia de nuestra ciudad mezclada con el hecho histórico que marcó sin duda el siglo XX, no dejen de leer “El estornudo de la mariposa”. Y a ver si les parece entonces razonable la propuesta de que Araceli tenga una calle en nuestra ciudad o, como apuntó Jaime Castiñeira en la presentación del libro, un monumento, que probablemente sería más adecuado.
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