Anabel Guías, Pablo Veiga, Mercedes Corral y Miguel Fernández Foto: Vítor Otero |
El Club Cultural Valle Inclán convocó el viernes por la tarde un debate sobre tráfico y zona ORA al que asistió Anabel Gulías, concejala de urbanismo de Pontevedra, que tuvo absorto al público durante un buen rato explicando el exitoso modelo de esa ciudad. La intervención de los demás participantes Pablo Veiga, Mercedes Corral y Miguel Fernández se ciñó a la cuestión lucense, pero hay que reconocer que tener aquí a una representante del ayuntamiento más premiado de Galicia por su modelo de ciudad era un foco de interés indiscutible.
A pesar del frío que pasamos en el auditorio de la vieja cárcel, inexplicable en una instalación inaugurada hace pocos meses, la convicción de Anabel Gulías nos tuvo a todos clavados a los asientos, y nos ilustró sobre cómo Pontevedra decidió desmitificar el culto al vehículo a motor para sustituirlo por una nueva pirámide en que el peatón es el vértice superior. Basten dos ejemplos incontestables: cuando una ciudad tiene problemas en una vía ¿cuál es su reacción habitual?: poner más carriles. El resultado suele ser que también se colapsan porque el coche es una bestia que no tiene fin en sus ansias de ocupar espacios.
Un público demasiado escaso para una charla tan interesante Foto: Vítor Otero |
Lo más interesante de todo es que Pontevedra no perdió el tiempo teorizando, sino que actuó. El portavoz del gobierno lucense se vio en un serio aprieto para intentar explicar por qué tras casi veinte años no se ha avanzado nada en el promoción del uso de la bicicleta, en peatonalización salvo dos o tres calles o en mejorar el transporte público, que sigue siendo un desastre a pesar de los reiterados anuncios sobre su rediseño, al que seguimos esperando. Habló de proyectos, iniciativas, estudios, previsiones… pero no pudo concretar más medida que la reducción a 30 kilómetros por hora en un par de calles, mientras que en Pontevedra todo el casco urbano está limitado a esa velocidad.
Lugo tuvo un chispazo de gloria incluso anterior al de la ciudad del Lérez, y fue también por una actuación llevada a cabo por alguien convencido, que no perdió años en inútiles estudios sino que ejecutó las políticas que sabía que tenía que hacer. Nuestro Lores era Joaquín García Díez, quien fue apartado por su propio partido en la maniobra más torpe de la historia política local, y que peatonalizó el casco histórico de un día para otro sin más herramientas que un total convencimiento de que hacía lo correcto, como el tiempo demostró.
La ciudad es el ecosistema urbano en que vivimos, y el modelo que hay que defender es el que pone al ciudadano por encima de la máquina, ganando espacios para el peatón y la bicicleta, para la silla de ruedas y el transporte público, y preocupándose menos de los coches y más de las personas.
Artículo publicado en La Voz de Galicia del 12 de noviembre de 2017
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