Avenida de la Coruña anegada. Fotograma de un vídeo publicado por La Voz de Galicia que pueden ver haciendo clic en ella. |
Galicia fue arrasada significativamente por el fuego hace no demasiado tiempo. En aquel momento desde el Gobierno autonómico se culpó a los incendiarios y, cual Felipe II, a los elementos, no sin cierta razón. Ahora nos toca el agua.
Ambas situaciones presentan similitudes muy importantes, salvo que hasta donde yo sé no es posible que cuatro desgraciados hagan llover torrencialmente aunque sí pueden plantar fuegos en los sitios más impredecibles y en los momentos más inoportunos. La única diferencia está, pues, en el origen del problema, aunque su gestión siempre desata críticas. Sorprendentemente los que critican una cosa defienden la otra y viceversa. Es el tributo a pagar por la fidelidad a unas siglas, aunque apuesto algo a que esta vez no habrá manifestaciones ni nadie se rasgará las vestiduras por la "imprevisión", aunque ocurra lo mismo año tras año.
Ronda de las Fontiñas anegada. Fotograma de un vídeo publicado por El Progreso que pueden ver haciendo clic en ella |
Cada vez que hay un temporal, ahora llamados de muchas maneras más rimbombantes, como “ciclogénesis explosivas” o cosas similares, los vecinos de ciertas zonas de Lugo se ven con el agua al cuello, casi literalmente. La Ronda de las Fontiñas, Avenida de la Coruña y otros puntos habitualmente conflictivos están anegados, dando espectaculares imágenes y causando problemas importantes a los vecinos que, con resignación, activan sus protocolos privados para estos casos, que son habituales.
¿Acaso no sabemos que en Lugo llueve? ¿Somos poco conscientes de que tarde o temprano el agua iba a llegar en ingentes cantidades? ¿Se trata de un error de previsión por el diseño de la red de sumideros, incapaz de evacuar estas trombas, o simplemente que estaban sucias por falta de mantenimiento? En el primer caso habrá que plantearse obras de adecuación para futuras ocasiones. En el segundo la cosa es más sencilla, cesar a los responsables y buscar gente que haga su trabajo.
Volviendo al paralelismo de antes, se puede decir que lo mismo ocurre con los incendios. También sabíamos que algún cabrón podría plantar fuego a nuestros bosques y lo suyo sería pedir la dimisión de quienes no han podido evitar la catástrofe… y en su día yo no lo hice por lo mismo que creo que en el caso del agua hay que ser prudentes. Primero habrá que aclarar las causas, si es un problema estructural o una dejación de funciones, y luego veremos qué medidas tomar. La prudencia en estas cosas suele ser la guía más recomendable, aunque imagino que a los afectados poca gracia les hará quedar en manos de una “comisión de estudio” de esas que no suelen valer de gran cosa.
Entre tanto, la iniciativa privada y la imaginación particular han de suplir la habitual incapacidad de lo público, y si hay que volver a los tiempos en que los vecinos vigilaban que las alcantarillas de su zona no estuvieran tupidas y esas cosas habrá que hacerlo… y denunciarlo por supuesto.
El cielo se ha abierto por fin, los embalses recibirán un alivio y los pozos volverán a dar agua. Los terrenos quemados se cubrirán de verde y Galicia una vez más se curará de las heridas causadas por la irresponsable mano de los que siendo simples moradores nos creemos dueños. Pero no será igual, nunca lo es.
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